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Competencias docentes

Publicado por Hilda Fingermann

Se habla de competencias docentes cuando nos referimos no solo a lo que el docente sabe sobre la materia que enseña y las estrategias que promueve para transmitirlas, sino también su capacidad para amoldarse a distintos contextos y situaciones resolviendo problemas cotidianos.

El artículo 71 de la Nueva Ley de Educación de la República Argentina establece como finalidad de la formación docente crear profesionales con capacidad para enseñar, transmitiendo conocimientos y valores para formar personas íntegras y una sociedad más justa. El docente deberá poseer autonomía, vínculos con la cultura, saber trabajar en equipo y confiar en las aptitudes de sus alumnos.

Lo que es deseable es contar con docentes innovadores, comprometidos con las problemáticas sociales, que sepan hablar pero también escuchar, que se capaciten en forma permanente y se adapten a las nuevas tecnologías.

Debemos rescatar aquel maestro que era ejemplo de sabiduría, de cortesía, de amor al prójimo, cuya sola presencia transmitía confianza y a la vez autoridad.

Se dice que la escuela actual contiene más que educa, y eso debería integrarse. El rol contenedor de la escuela es importante pero no debe ser el único; la escuela debe enseñar incluyendo a los que están en situación de desventaja, pero con límites. Se deben dar contenidos especiales para esos niños, pero también enseñarles la cultura del esfuerzo, para trabajar todos juntos, en la búsqueda del saber. Muchas veces con la excusa de que son niños con problemas se toleran conductas no deseables, que al no exigirse que se modifiquen, las refuerzan.

El docente debe tener capacidad de observación para hacer un buen diagnóstico del grupo con el que va a trabajar, planificar de acuerdo a ello, probar estrategias para cumplir los fines propuestos, y nunca renunciar a ellos, pues muchas veces se dice, “ya no sé que hacer” y en ese caso es bueno compartir el problema con otros colegas o superiores jerárquicos, pues siempre hay algo para hacer; lo peor es la indiferencia, pues los alumnos la perciben, y esto genera apatía en ambas partes de la relación escolar.