Educación
Inicio Enseñanza Función social de la escuela

Función social de la escuela

Publicado por Hilda Fingermann

La escuela nació históricamente como transmisora y cultivadora de los valores sociales, para introducir al niño, luego de las primeras enseñanzas familiares, paulatinamente en la comunidad en la que vive como miembro útil y cooperador, satisfaciendo sus necesidades y facilitando a otros que cumplan sus objetivos. Estos valores se transmitían como dogmas, no objetables ni criticables; imposiciones imperiosas sin las cuales era imposible una convivencia eficaz.

Como formadora social la escuela debe enseñar y formar integralmente al ser humano en individuo educado, que significa conocedor de los saberes básicos y las normas morales y jurídicas que lo acompañarán durante toda su vida. La sociedad necesita que sus miembros estén ligados por ciertos lazos de homogeneidad para funcionar adecuadamente (Durkheim).

La cooperación, la solidaridad, el reconocimiento de los limites, son contenidos actitudinales a enseñar en la escuela, uno de los pocos resabios que aún guarda nuestra cultura donde todavía se imponen las buenas costumbres y el respeto a las tradiciones, en oposición a la tergiversación de valores que reciben los educandos en la calle y a menudo a través de los medios de comunicación masiva.

Sin embargo, no se trata de inculcar lo que está bien y lo que está mal, despreciando formas de vida distintas a las consideradas valiosas, sino analizarlas con espíritu crítico, aceptando las diferencias y las opiniones fundadas en contrario.

Usar palabras groseras, vestirse o adoptar conductas obscenas, privilegiar lo material a lo ético, el consumo de tabaco, drogas o alcohol, son propuestas que reciben diariamente nuestros niños, y sobre todo nuestros adolescentes, y para lo que tienen que estar preparados a la hora de elegir, alertándose sobre los riesgos de tales modos de vida, pero no diciéndoles que son malos porque sí, sino para que adopten una posición sólida y racional frente a esas opciones.

También debe formar a los futuros ciudadanos para la convivencia democrática, formando hábitos de solidaridad cooperación, participación, integración y diálogo.

Sostiene Parson que además desde la escuela se procede a un sistema de selección de aquellos que ocuparán niveles de jerarquía social dentro del mundo laboral, y los que no.