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La enseñanza como práctica social

Publicado por Hilda Fingermann

La enseñanza como práctica socialLa cultura domina gran parte de nuestras vidas. Nuestro comportamiento necesita adaptarse a los requerimientos sociales para lo cuál debemos incorporar numerosas habilidades que no se producen en nosotros de modo natural (no aprenderemos a leer, escribir, sumar, restar, etcétera, si no nos enseñan) El ser humano ha creado un lenguaje, un sistema numérico, ha desarrollado la ciencia, y ese bagaje cultural acumulado a través de su historia requiere ser transmitido a las nuevas generaciones para que ellas tengan la oportunidad de aprovecharse de él tal como está, o para transformarlo o recrearlo, apuntando hacia el progreso individual y social.

Cuando nacemos ya hay un mundo en cuya creación cultural nos insertamos, y el que se nos impone sin concurrencia de nuestra voluntad, y al que debemos adaptarnos si no queremos quedar marginados. En este sentido, la enseñanza se convierte en un proceso de socialización, donde no solo se transmiten conocimientos, sino también valores, normas y formas de ver el mundo. La enseñanza, por tanto, no es un acto aislado, sino que está inmerso en un contexto social y cultural que lo condiciona y lo define.

La educación humana a diferencia del resto de los seres del mundo animal no es natural sino muy influida por el mundo de los adultos, pues a pesar de proclamarse la necesidad de una crianza en libertad y un espíritu crítico, se condiciona necesariamente a la cría humana a respetar una serie de reglas y a adaptarse a los cambios científicos y tecnológicos. El ser humano solo será libre si conoce y respeta los límites de su libertad, pues la convivencia social sería de lo contrario, caótica.

La escuela, a cargo de docentes, profesionales especializados en el arte de enseñar, elige políticamente y de acuerdo a un plan estatal, cuáles son los contenidos que se deben transmitir y cómo debe hacerse, con una enorme carga ideológica, lo que resulta inevitable y también útil para crear una sociedad con valores comunes. A partir del nacimiento de la cultura de masas, la necesidad de que el pueblo, que participa activamente en la vida política se convierta en una ciudadanía útil al conjunto, hizo que enseñar sea una tarea muy relacionada con la política del Estado.

Es por eso que si comparamos la enseñanza de países con culturas diferentes, veremos que sus programas están acordes a su modo de vivir. Pierre Bourdieu califica a las instituciones escolares como instrumentos de reproducción social. Sin embargo, también pueden ser vistas como espacios de resistencia y cambio, donde se cuestionan y se desafían las normas establecidas. En este sentido, la enseñanza puede ser una herramienta poderosa para la transformación social, al permitir a las nuevas generaciones cuestionar y redefinir los valores y las normas que rigen la sociedad.

Además, la enseñanza no solo se da en la escuela, sino que también ocurre en otros espacios sociales como la familia, los grupos de amigos, los medios de comunicación, entre otros. Cada uno de estos espacios tiene su propio «currículum oculto», es decir, un conjunto de lecciones no explícitas que se transmiten y que influyen en nuestra forma de pensar y actuar. Por tanto, la enseñanza es una práctica social compleja y multifacética, que va más allá de la mera transmisión de conocimientos y que tiene un impacto profundo en la formación de nuestra identidad y nuestra visión del mundo.