Educación
Inicio Estrategias didácticas La escuela y los adolescentes

La escuela y los adolescentes

Publicado por Hilda Fingermann

La escuela y los-adolescentesHistóricamente, el ser humano se vio atravesado con mandatos tan contradictorios como convertirse en un ser seguro, responsable, libre, crítico, audaz y exitoso, y la escuela fue el camino que solo pocos privilegiados podían transitar para lograrlos. Cuando la educación se convirtió en masiva, los padres la vieron como una oportunidad para que sus hijos se incorporen a nuevas posibilidades de crecimiento personal y social, y estimularon a sus hijos a lograr avanzar hacia el anhelado diploma que los habilitara a escalar posiciones sociales y económicas. Era una sociedad donde la autoridad paterna era férrea, y los adolescentes, aunque muñidos de rebeldía natural, en general no se atrevían a desafiarla. La escuela era un ámbito donde reinaba el orden, obtenido en base a premios y castigos como proponía el conductismo. Quienes no se adaptaban eran expulsados del sistema y sabían que estaban destinados a tareas menos reconocidas en su medio.

Hoy muchas cosas han cambiado, la escuela, los padres y en general todas las instituciones pueden cuestionarse, y de hecho, eso sucede, lo que les permite a los jóvenes liberar sus ansias de libertad, expresarse con plenitud y desafiar a quienes detentan autoridad. Esto es bueno en parte, porque evita que se repriman, que se conviertan en meras máquinas repetitivas de los saberes ya construidos y los impulsa a desarrollarse como seres únicos, pensantes y creativos. Sin embargo, tiene sus riesgos y hay que estar atentos para guiar a estos jóvenes en el correcto uso de su libertad, y ahí es donde padres y maestros deben, con amor, paciencia y autoridad (no autoritarismo) reflexionar junto a ellos sobre las posibles alternativas que poseen, sus ventajas y desventajas, canalizar sus ímpetus en actividades productivas, enseñarles a defender sus ideas con argumentos sólidos, y a participar como ciudadanos para lograr un mundo mejor al que todo adolescente espiritualmente sano, aspira.

El docente no debe actuar frente a los jóvenes con preconceptos, pues estamos acostumbrados a escuchar frases tales como “los jóvenes están cada vez más violentos”, “A los adolescentes no les interesa estudiar”, “Los chicos de hoy no saben lo que es el respeto” etcétera. Los jóvenes han sido rebeldes en todos los tiempos, y hoy tienen la oportunidad de manifestarse con mayor libertad, lo que es sano, pero también esperan de los adultos, ejemplos y límites, que en muchos casos no llegan.

Entender su realidad, cambiar prohibiciones por explicaciones, adecuar la escuela a las nuevas tecnologías, hacer los adultos un examen de los errores propios, no temer de mostrarse como seres falibles, valorar las opiniones de los educandos, contribuye a que la escuela no sea enemiga de los adolescentes sino un lugar de remanso y claridad para los cambios profundos que su cuerpo y su psiquis atraviesa.