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Videojuegos y educación

Publicado por Hilda Fingermann

La discusión sobre si los tan criticados videojuegos pueden servir para educar une en arduo debate, a los pedagogos más tradicionalistas que ven en ellos una amenaza adictiva, con quienes quieren a toda costa incluir las nuevas tecnologías en el ámbito escolar con el fin de motivar y tratar de que el aprendizaje sea entretenido.

Los videojuegos son una realidad que la escuela no puede desconocer, y es mejor aprovechar lo que se pueda de ellos, pues si bien es verdad que muchos juegos son violentos y vacíos de contenido, otros son de singular provecho para formar cognitivamente a los niños. Está comprobado que muchos educandos aprenden las banderas de los países seleccionando equipos de fútbol para jugar un partido virtual, o que se recrean muchas veces personajes o situaciones históricas o contextos geográficos a través de juegos de aventuras. Como gran ventaja frente a otros medios tecnológicos, como la televisión, los videojuegos le permiten interactuar, y no ser meros receptores pasivos.

Poseen ese atractivo especial de crear una realidad virtual que frente a los materiales áulicos tradicionales, se imponen sin cuestionamiento, pues en la comparación los primeros aparecen como atractivos y los segundos como aburridos. Si bien aprender importa un esfuerzo que no siempre resulta grato, y los niños deben acostumbrarse a ello, tampoco es malo que se incluyan algunos momentos de actividades más estimulantes y placenteras para acortar la distancia entre la escuela y lo que sucede fuera de ella.

Se debe educar además en el uso responsable de estos juegos, que son provechosos en cuanto sirvan para motivar en algunos temas de aprendizaje o también para pasar divertidos momentos de ocio, pero constituyen una grave amenaza para la salud psíquica y/o física, cuando exceden en su uso un tiempo razonable. Muchas horas sentados, fanatizados con este entretenimiento es sumamente perjudicial, pero no lo es, cuando se lo usa moderadamente, y si sirve pedagógicamente ¿Por qué no aprovecharlo?