Educación
Inicio General Andrés Bello y la educación

Andrés Bello y la educación

Publicado por Hilda Fingermann

Andrés Bello nació el 29 de noviembre de 1781 en, Caracas (Capitanía General de Venezuela). Era hijo del abogado Bartolomé Bello y de Doña Antonia López. Desde niño fue un apasionado por la Literatura y dominó el latín que le había enseñado su tío paterno, un religioso, por lo cual la fe tendría una gran influencia en su vida; muy pronto también aprendió francés e inglés.

Fue un poeta, político y docente de ideas humanistas, ilustradas y republicanas, que levantó las bandera de la independencia de su país, influido por las nuevas ideas de la Revolución Francesa, aunque fue conservador en materia religiosa.

Tuvo el privilegio de ser profesor particular de Geografía y Literatura de Simón Bolívar, con quien realizó una misión diplomática en Londres en pos de la causa revolucionaria. Vivió 20 años en la capital inglesa, donde se especializó en filosofía inglesa, y contrajo matrimonio; y en 1829 partió a Chile para cumplir con una importante obra pública, entre las cuales se destacó la redacción del Código Civil, contratado por el gobierno, adquiriendo la ciudadanía chilena por concesión graciosa en el año 1832.

Apoyó la creación de la Universidad Chile, proyecto que se concretó en 1842, siendo su primer rector, cargo que desempeñó hasta 1865, y profesor de varias asignaturas: Derecho Romano, Derecho Internacional, Sociología y Humanidades.

Era la educación para él, el medio para transmitir ideas y fomentar valores, para mejorar al ser humano y conducirlo a su bienestar. A la educación la consideró un derecho humano, pero también un deber en las sociedades republicanas. Estaba a favor de la educación religiosa cristiana como formadora de valores morales.

Privilegió la enseñanza de la aritmética y la gramática, aunque reconoció que el aprendizaje de esta última debe ser gradual, comenzando con el uso de la lengua materna espontáneo, e ir corrigiendo errores paulatinamente. Abogó por una educación inteligente, participativa, y no memorística (enseñar cosas que para los educandos tengan sentido) y la creación de escuelas normales para la formación de maestros, que aprendan a estimular en los niños la curiosidad y la creatividad. No descuidó tampoco de destacar la importancia del estudio científico.

Entre sus ideas se destacó la de universalizar la educación primaria. Se preocupó por la educación de los pobres, que necesitaban trabajar los días de semanas y sentó la idea de crear escuelas dominicales para que los más humildes pudieran aprender sin descuidar su trabajo. Cada país debía adaptar su educación a su propia realidad, siendo un elemento útil para la liberación social y económica del pueblo.