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Educación para adultos

Publicado por Hilda Fingermann

En Argentina, la enseñanza para adultos apareció a fines del siglo XIX. En el año 1882 tuvo lugar en Buenos Aires, el Primer Congreso Pedagógico, donde se observó la necesidad de la educación de la población adulta en sus lugares de trabajo habituales, por ejemplo en las fábricas, establecimientos agrícolas, cárceles, etcétera, para dar respuestas a problemas de analfabetismo e inmigración.

Hasta la segunda década del siglo XX la enseñanza de adultos fue básica y solo teórica, incorporándoos la práctica a partir de entonces. La formación de adultos para el mundo laboral fue la orientación del gobierno de Perón. En 1965 instrumentó un plan de alfabetización masiva, creándose la Dirección Nacional de Educación del Adulto. Entre 1985 y 1989 se puso en marcha un nuevo plan de alfabetización nacional. La Ley Federal de Educación incluyó la educación del adulto dentro de “Regímenes Especiales”.

El capítulo IX de la nueva ley de educación argentina, se refiere a la educación permanente de jóvenes y adultos, considerándola una modalidad del sistema educativo que apunta a que se cumpla la obligatoriedad de instrucción que la ley establece para quienes no pudieron hacerlo a las edades correspondientes, y también para ofrecer la oportunidad de educación continua (art. 46).

Son objetivos de esta modalidad educativa otorgar formación básica, comunicacional, de expresión, participativa, de acceso a las nuevas tecnologías, todo ello de acuerdo a las particularidades del grupo, en pos de propender a su incorporación al mundo del trabajo.

Se incluyen como objetivos la no discriminación, la flexibilidad y apertura atento a que se trata de personas con mayores obligaciones personales que cuando se trata de la enseñanza de niños.

Otra novedad es el otorgamiento de certificaciones parciales, tomando en consideración los conocimientos que se aportan desde la experiencia laboral. Además se propicia la movilidad de los educandos con sistemas de créditos y equivalencias.

Las actividades presenciales pueden complementarse con las de distancia, especialmente en aquellos lugares alejados de zonas urbanas.