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Educar en la diversidad

Publicado por Hilda Fingermann

Si bien todas las personas son diferentes, y cada una necesita atención diferenciada como ser humano con características particulares, físicas, intelectuales, e ideológicas, hay diferencias notorias que colocan a ciertos educandos en condiciones de inferioridad con respecto al resto, ya sea por sufrir de alguna discapacidad física o intelectual, que reclama estrategias pedagógicas particularizadas o apoyo tutorial, o por provenir de sectores sociales muy carenciados social y económicamente, lo que les dificulta el acceso al material de estudio, el traslado hasta el establecimiento escolar, o disponen de menor tiempo para hacer las tareas pues deben colaborar en la economía familiar, lo que amerita la colaboración desde el Estado a través de becas, y de comprensión por parte del docente hacia los problemas particulares que pueda presentar el educando (darle un plazo extra para presentar las tareas o compartir con algún compañero el material de estudios).

En otros casos, la diversidad puede derivar de que algunos alumnos sean extranjeros o posean una religión o raza diferentes. En estos casos puede suceder que el docente deba estar atento a que no sufran ningún tipo de discriminación, tema que deberá trabajarse siempre en la clase existan o no alumnos de otras nacionalidades, religiones o razas, pues es un problema común no solo en la escuela sino en la sociedad en su conjunto, que ciertos sectores se sientan superiores a otros, sobre todo con respecto a los que se hayan en situación de minorías.

La escuela inclusiva debe reconocer la diversidad de sus alumnos, pero a la vez darles a cada uno iguales oportunidades de aprendizaje, apoyando a quienes se encuentren en situación de desventaja, cualquiera sea el motivo de ésta, para que todos se encuentren en igualdad de oportunidades, para integrarse a la sociedad de manera digna, sintiéndose respetados y queridos por lo que son y no por lo que tienen, enseñando que se aprende de cada uno de nuestros semejantes, cuyas historias de vida nos enriquecen a todos, e intentar demostrar que lo distinto no es ni peor ni mejor, sino complementario y útil, mientras se respeten los derechos de los otros.