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Familia y educación

Publicado por Hilda Fingermann

El primer agente socializador de un niño es su familia, entendiendo por familia la persona o grupo humano con quien se convive, y se crean lazos basados en la sangre o en los afectos. En su seno el niño aprende las primeras palabras, los primeros juegos, a caminar y a amar. Es por lo tanto fundamental la familia en el desarrollo intelectual y afectivo del niño. Muchas familias se preocupan por elegir la escuela a la que sus hijos asistirán, pero se desentienden de la educación del niño dentro del hogar, preocupadas por problemas económicos, o por individualismo o en su propio desarrollo personal, olvidando que las instituciones escolares pueden hacer mucho por los niños y jóvenes, pero jamás suplir el rol familiar, que debe incluso acompañar la actividad escolar. En este sentido los padres deben saber cómo se comporta su hijo en la escuela, qué dificultades tiene, cuáles son sus principales logros; preocuparse porque lleven el material de estudio y las tareas hechas, inculcándole la conciencia de responsabilidad, desde su propio ejemplo. Tampoco significa sobreprotegerlos, sino acompañarlos, vigilarlos, ayudándolos a que poco a poco puedan ir logrando autonomía.

Un niño estimulado desde edad temprana, bien alimentado, que haya recibido en su núcleo familiar contención, afecto y límites adecuados, no sufrirá seguramente ningún tipo de frustraciones en su desempeño fuera del ámbito familiar, y si algún problema, será junto a los suyos que lo resolverá, pero ningún colegio podrá darle a un niño la seguridad, el apoyo y los valores esenciales y primarios que se aprenden junto a la familia.

Creer que establecer una jornada completa en la escuela ayudará a revertir las deficiencias en la crianza de los niños es un gran error. Estar muchas horas en la escuela solo evitará que estén menos en la calle, cuando lo ideal, no es ni una ni otra cosa, sino que el chico perciba su casa como su lugar, al que llega para descansar, jugar, hacer sus tareas, compartir con quienes más quiere, y de donde no tenga que escaparse, ni ser obligado a abandonar.

Muchos chicos no están en sus hogares pues sus padres están ausentes, no solo física sino espiritualmente. Tal vez están allí, pero totalmente despreocupados de lo que hacen sus niños, o de lo que necesitan. Muchos allí sufren violencias, vejaciones, y maltratos de todo tipo, lo cual condicionará de manera irreversible su futuro.

Tener un hijo significa responsabilizarse, no solo materialmente sino emocionalmente con ese nuevo ser. La escuela solo complementa y ayuda a avanzar, a reforzar valores, a socializarlo con sus pares, pero no hace milagros, el primer ejemplo que los niños van a imitar está en su casa.

No pidamos que la escuela cambie una realidad social angustiante como es la de menores sin contención paterna, pues esto es imposible. Hay que reforzar la institución familiar para que una vez que el niño ingrese a la escuela siga acompañándolo durante toda su vida. Solo así se logrará un pueblo bien educado. Cuando hay algún problema con un niño en la escuela y se cita a sus padres (cuando concurren) es común que ahí se comprenda los motivos de las actitudes del pequeño.