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Igualdad en educación

Publicado por Hilda Fingermann

Es en educación donde las desigualdades naturales y sociales se hacen más profundadamente palpables. La igualdad de todos los seres humanos, y de los niños y adolescentes en particular, lo es en su dignidad y en sus derechos; pero para ello hay que reconocer las grandes diferencias que existen en los distintos tipos de inteligencias que poseen, en sus posibilidades económicas y en el medio que han crecido.

Todo niño nace con ciertas potencialidades, que muchos hogares estimulan y otros no; ya sea por estar los padres o familiares directos muy ocupados en solventar los gastos del hogar, por haber muchos hijos, por ignorancia, por despreocupación, etcétera.

Todos tienen el derecho y la obligación de educarse, pero las condiciones en las que llegan a las aulas, no son equitativas. Algunos han tenido quienes se ocuparon de enseñarle contenidos, habilidades, competencias; y otros ni siquiera recibieron una alimentación adecuada, lo que les generó una notable desfavorabilidad; y sin embargo, en la clase estarán todos juntos, y obviamente, las diferencias serán muy marcadas.

La igualdad en educación significa equidad; educar reconociendo las diferencias individuales, para equilibrar la balanza. Desde el Estado deben darse becas a aquellas familias que las necesitan para que sus hijos concurran a la escuela, sanamente alimentados, pulcramente vestidos, y cuenten con el material de estudio que necesiten. Desde las propias escuelas, los maestros deben contemplar en la medida de lo posible, y sobre todo a través de los gabinetes escolares las particulares problemáticas de cada niño, reconocer su inteligencia prevalente, dentro de las inteligencias múltiples que se poseen, para alentarlo, darles más tiempo para algunas tareas si es necesario, y apoyarlo para tratar de igualar lo que la sociedad ha desnivelado, a efectos de que la ignorancia y la falta de oportunidades no se trasmita de generación en generación.

Educar en valores solidarios, en no discriminación, en ayudarse mutuamente, en crecer juntos y con el otro, no contra el otro; estimulará a que los niños se sientan protegidos y deseosos de aprender.

El Estado además, debe brindar mayor asistencia a las escuelas donde concurren grupos de niños más carenciados, también con el propósito de revertir las injustas situaciones, de que algunos puedan progresar socialmente solo porque hayan nacido en hogares más favorecidos por el sistema. La escuela debe seguir siendo el lugar donde las personas puedan mediante la educación, ascender en la escala social por obra de su esfuerzo, por lo cual no debe haber escuelas para ricos y otras para pobres; con diferencias de calidad. Haciendo aportes a estas últimas, y reduciéndolos en las primeras, lograremos una infancia más feliz y un futuro más justo.