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Los castigos en el aula

Publicado por Hilda Fingermann

Los castigos en el .aulaLa palabra castigo alude a la pena o sanción que se le aplica a un individuo o a varios de ellos por no cumplir las reglas socialmente impuestas. En el aula, los castigos son la consecuencia de las faltas cometidas contra los reglamentos escolares que establecen conductas de acción u omisión consideradas prohibidas, por ejemplo: Se debe ser respetuoso, cumplir con las tareas, solidario, atento. No se debe conversar en clase o correr por el aula, no se debe insultar, tirar objetos, etcétera.

Si se violaran esas imposiciones, los castigos varían según el establecimiento escolar aunque en la mayoría de los países occidentales están prohibidos los castigos físicos y los que provocan humillación. Sin embargo, la Suprema Corte de Estados Unidos en el año 1977 manifestó que los castigos físicos en los colegios no son considerados ni inusuales ni crueles y en la actualidad lo permiten 23 estados de ese país. Además de estos estados de Estados Unidos aún hay castigos físicos en los establecimientos escolares de República Checa, en algunas regiones canadienses y en las escuelas privadas australianas. En Francia si bien está autorizado por vía legal, la jurisprudencia los abolió desde el año 2000. El Reino Unido caracterizado por su rigidez, prohibió el castigo con varillas y palmetas desde 1998, también para las escuelas privadas. En las públicas regía la prohibición desde 1986.

El fundamento de los castigos en la escuela, muy comunes hasta mediados del siglo XX fue basar en ellos la autoridad docente, la supuesta verdad y justicia de sus evaluaciones y de lo que era mejor para el educando; logrando el orden por temor, ya que los niños como menores, lo eran no solo por su edad sino también por su capacidad de razón, y solo podrían entender lo que está mal, si obtenían al hacerlo una respuesta violenta, para lo que contaban con el apoyo de los padres y de las propias leyes. El niño en este marco no era escuchado, no tenía derecho a defensa pues el maestro era quien ejercía el poder sobre él por delegación de la autoridad paterna durante el tiempo de clases. El niño tenía el status de “animal domesticable”.

En el siglo XXI, la perspectiva sobre los castigos en el aula ha evolucionado considerablemente. Ahora, se reconoce que los castigos físicos y humillantes no solo son ineficaces a largo plazo, sino que también pueden causar daño psicológico y emocional en los estudiantes. Los educadores modernos abogan por un enfoque más positivo y constructivo para manejar el comportamiento en el aula. Este enfoque se centra en enseñar a los estudiantes a ser responsables de sus acciones, en lugar de simplemente castigarlos por mal comportamiento.

Además, se ha demostrado que los castigos severos pueden crear un ambiente de miedo y resentimiento, lo que puede obstaculizar el aprendizaje y el desarrollo de habilidades sociales y emocionales. En lugar de castigar, los educadores están adoptando estrategias de disciplina positiva, que incluyen el establecimiento de expectativas claras, la enseñanza de habilidades de autocontrol y la promoción de un ambiente de aula respetuoso y de apoyo.

La consideración del niño como sujeto de derecho, con la posibilidad de ser escuchado y respetado en su condición humana es un gran logro de nuestro tiempo y los castigos deben ser no lesivos hacia su persona física, pero tampoco hacia su autoestima. Por supuesto que deben existir sanciones, como por ejemplo llamadas de atención, citación a los padres e incluso amonestaciones, cambios de turno, de establecimiento o suspensiones, cuando el alumno se rehúsa a cumplir las normativas, para crearle conciencia de responsabilidad pero siempre apelando primero a que él se convenza de que lo que hizo resulta negativo para sí mismo o para los demás, y revea su conducta desde su convicción personal.