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Educación conservadora

Publicado por Hilda Fingermann

Educación conservadoraSe entiende por educación conservadora aquella que pretende perpetuar los valores tradicionales, por lo cual se presenta acrítica y dogmática, se trate de cualquier forma sociopolítica que se intente que perdure, si bien en general se reserva el nombre de conservadora, para aquella educación que se esfuerza mantener inalterables los roles de familia tradicional (padre y madre legal y religiosamente casados, e hijos nacidos de esa unión) del Estado capitalista y de la sociedad burguesa.

En una educación conservadora los valores se transmiten a modo de imposición, la historia y sus héroes son incuestionables, teñidos por un manto de santidad. La obediencia y respeto a las jerarquías aparece como ineludible y todo reclamo o desacuerdo es visto como peligroso, pues puede romper el orden imperante. Se impone un modo de vestir, de hablar y de actuar, de acuerdo con normas rígidas.

Si bien es bueno que la educación conserve en la memoria y el corazón de sus nuevos miembros las hazañas que llevaron a la patria a ser lo que es, que cultive su sentido de pertenencia, que transmita valores positivos, también debe tener en cuenta que toda sociedad necesita progresar, buscar la verdad, edificarse sólidamente desde la razón crítica y no desde la adhesión pasiva, que inmoviliza y reproduce. La educación conservadora le teme al cambio, y éste no debe ser necesariamente negativo, sino todo lo contrario; para desarrollar a un ser humano pleno se necesita darle libertad con los límites necesarios para que respete a los otros, de lo contrario, al igual que las aves seguiremos construyendo nuestro nido siempre de la misma manera; cuando podemos, por nuestra condición humana, hacer que nuestro mundo sea más grande y confortable.

La educación conservadora no es mala en sí misma, toda educación se sustenta en ideas y creencias; pero esos valores que se quiere preservar deben ser expuestos de manera abierta, sujetos a crítica, y si estamos convencidos de que sirven, contaremos con argumentos sólidos para apoyarlos y hacer repensar a quien los critica; pero la intransigencia, la actitud despreciativa hacia lo diferente, el miedo a escuchar cuestionamientos y por ende, castigarlos; puede llevar a crear ciudadanos reprimidos, con baja autoestima, dependientes, apáticos y aburridos, pues para qué van a querer pensar, imaginar o crear, si lo que está es lo bueno, y la innovación que propongan los hará ver como destructivos.