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Calificaciones escolares

Publicado por Hilda Fingermann

Las calificaciones escolares son juicios valorativos que hace el docente sobre el rendimiento escolar de sus alumnos, que puede ser conceptual en los primeros años (malo, regular, bueno, muy bueno y excelente o sobresaliente) o luego, numérica. En Estados Unidos se utilizan letras, de la A a la F.

Se califica tras evaluaciones formales e informales, para hallar luego una calificación final al término de períodos escolares parciales, o al final del curso, teniendo en este caso la nota final, que suele ser promedio de las parciales, un efecto muy importante, ya que determina si se debe rendir exámenes de compensación o nivelación, que también serán calificados, y decidirán si pasa o no de curso.

Las calificaciones son una gran responsabilidad para el docente que aunque trate de mantenerse objetivo, nunca lo será totalmente, pues la subjetividad se halla presente en todas las actividades humanas. Cuando el docente califica lo hace de acuerdo a determinados criterios basados en teorías y en su propia experiencia.

Cuando se califica se toman en cuenta ciertos hechos un poco más medibles, como la información que el alumno posee, y otros no tanto, como las actitud frente al aprendizaje, y otros contenidos procedimentales y actitudinales.

Dependen también las calificaciones de las expectativas que el docente ha puesto en el grupo y de la comparación entre educandos. En un curso de bajo rendimiento los alumnos un poco más avanzados lograrán calificaciones más altas que si asistieran a un curso donde sus compañeros estuvieran más preparados. Por lo tanto, una alta calificación no siempre significa que el alumno ha obtenido un gran progreso en su estructura cognitiva.

Las notas brindan una estimación solo aproximativa del rendimiento escolar del niño, por lo cual tanto los propios alumnos como los padres no deben tenerlas como verdades absolutas, aunque seguramente los extremos marcarán una tendencia real sobre el poco o mucho éxito del proceso.

Es conveniente que los docentes vayan informando a los padres sobre los rendimientos de sus hijos en forma periódica (por ejemplo, semanalmente) para que puedan intervenir en apoyo de sus hijos, antes de que llegue el informe del período, o más aún la calificación final, para evitar sorpresas.