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Educación disruptiva

Publicado por Hilda Fingermann

Disruptivo es aquello que rompe de repente con lo establecido; lo que hace nacer un cambio, ya sea material o espiritual.

Para que haya disrupción debe existir un modelo establecido, que en este caso es la educación tradicional, enfocada en la transmisión de conocimientos desde un maestro poseedor del saber hacia los educandos carentes de mismo, que se limitan a tomar esos conocimientos y reproducirlos. La educación tradicional es altamente criticada en la actualidad, por eso nace este concepto de educación disruptiva.

La idea se tomó de los estudios que realizaron, a mediados de los noventa, los investigadores Clayton Christensen y Joseph Bower, pertenecientes la escuela de negocios de Harvard. Ellos lograron identificar en el rubro de las computadoras, ciertos fracasos vinculados al temor de incorporar innovaciones que rompan con lo tradicional y aparentemente seguro. Las grandes empresas invertían en tecnología incremental que agregaban valor a las ya existentes, sin animarse a hacerlo con las disruptivas, que apuntan a consumidores innovadores, excluyendo a aquellos que se resisten a los cambios.

El cambio asusta, especialmente cuando es brusco, pero indefectiblemente se produce, y en nuestra sociedad el cambio ya está instalado desde hace rato, mientras la educación sigue aferrándose a las formas y contenidos de épocas pasadas. No se trata tampoco de quitar todo lo que se construyó a lo largo de la historia en el campo educativo, sino de acomodarlo a los nuevos tiempos.

Incorporar las nuevas tecnologías a la didáctica áulica hoy, es casi incuestionable, pero en la mayoría de los establecimientos todavía hay un rechazo, por ejemplo, a que los alumnos saquen información de internet, en lugar de enseñarles cómo diferenciar una información veraz de otra que no lo es.

Pero una educación disruptiva no es solamente incorporar las nuevas tecnologías, sino hacer de ellas un uso responsable y consciente, que complementen el aprendizaje, que inevitablemente debe ocurrir en la mente del alumno. Si la información queda en el soporte electrónico, y el educando solamente la reproduce sin analizarla (la “copia y pega”) cuestionarla, sintetizarla, e incluso, modificarla, no operará ningún tipo de cambio en la estructura cognitiva del sujeto del aprendizaje, y será mucho más negativo este tipo de educación que la tradicional, pues no habrá participación del alumno, ni siquiera pasiva; será nula.

Una educación disruptiva supone el rol protagónico del alumno, que se comprometa con su aprendizaje, para lo cual, el docente no pierde relevancia, sino que él será el encargado de supervisar el proceso, que, si bien puede hacerse al propio ritmo del alumno, esto no significa que se pueda tomar todo el tiempo que quiera en apropiarse del conocimiento, sino el que necesita. De lo contrario, solo estaríamos fomentando la falta de responsabilidad, y de sistematicidad en sus estudios. Sabemos que hay alumnos que pueden terminar las tareas más rápido que otros, pero a estos últimos se los debe estimular y alentar para que vayan paulatinamente acercándose a los tiempos ideales, pues de lo contrario, solo contribuiremos a acrecentar las diferencias en los ritmos de aprendizaje, y por ende, las posibilidades de éxitos futuros. Es cierto que la maduración de cada niño es diferente y se deben respetar sus tiempos, pero algunos, pueden hacer de ello un hábito perjudicial; y retrasar sus tareas no porque no puedan hacerlo en término, sino por desgano o pereza.