El alumno del siglo XXI
El alumno del siglo XXI presenta características comunes a todas las épocas, pero algunas propias de esta era tecnológica, individualista, globalizada y materialista en la que nació y creció.
Es un niño o adolescente con poca capacidad de asombro, ya que la tecnología fue capaz de acercarle información e imágenes impensables en el siglo pasado; por eso es tan difícil motivarlo; despertar su curiosidad, pues está todo a un solo click de distancia.
Es un alumno, por ello, que se aburre con facilidad, que no valora el esfuerzo personal, ya que las máquinas pueden hacer todo por él: cuentas difíciles, investigaciones complicadas, dibujos creativos, etcétera.
Lo material invade su mente, pues no quiere quedarse afuera de la posesión del último modelo de video juego o de teléfono celular; y conseguir dinero se transforma en una meta para muchos jóvenes, que prefieren abandonar pronto sus estudios o dedicarles menos tiempo, para tener un trabajo, que tal vez no necesiten para satisfacer sus necesidades básicas, sino las del confort momentáneo, y con ello, interrumpen su capacitación intelectual y profesional.
El esfuerzo no resulta valorado, y siempre piden nuevas oportunidades, a la manera de las vidas que se les van reponiendo cuando las pierden en sus juegos electrónicos; sin darse cuenta que es la vida; y en educación, si bien siempre se puede retomar los estudios, ciertas metas tienen un “game over”.
Son individualistas, pero sin embargo les gusta trabajar en grupos para ahorrar tiempo y empeño; pues su objetivo es la consecución del fin de aprobar más que el de aprender.
El profesor que los guíe debe estar preparado para hacerlos crecer como personas íntegras, sin negar las particulares condiciones que acompañan el mundo presente; y por el contrario, aprovechándolas. El uso de la tecnología en el aula como herramienta no puede quedar afuera, porque es un excelente instrumento de aprendizaje; que si bien tiende a facilitarlo, debe usarse críticamente, para bajar información pero además compararla, analizarla y criticarla; para enseñar valores éticos, y que reconozcan en lo que ven o leen lo que es bueno para ellos y lo que los degrada.
Se debe hacer comprender que ellos no deben ser pasivos receptores de la tecnología sino que deben también participar de su creación y desarrollo, ver lo positivo de la misma y los impactos desfavorables, sobre todo para el medio ambiente.
Educar hoy es difícil, pero siempre lo fue. Cada contexto histórico posee sus peculiaridades. La responsabilidad es muy grande, y tomando conciencia de ello, podremos con nuestro ejemplo y saber, prepararlos para un mundo que cada vez les da más, pero también les exige; y esto es lo que deben reconocer.