Evaluación cualitativa
En la nueva concepción del proceso enseñanza aprendizaje, como formación integral del ser humano, donde la evaluación no debe ser un corte en el proceso sino integrarse al mismo, la evaluación pierde el carácter de medición o cuantificación para valorar la calidad de lo aprendido en cuanto a la formación general del educando. Obviamente deben existir conocimientos aprehendidos para que ellos puedan ser organizados, jerarquizados, relacionados y aplicados, pero tal vez no importa la exactitud de la medida, sino que sean pertinentes y significativos para el alumno.
Actualmente se sigue exigiendo en las instituciones escolares calificar el rendimiento, sobre todo a partir de ciertos cursos, por lo cual los docentes nos vemos obligados a asignar un número a la valoración que hayamos hecho del aprendizaje, tal vez por técnicas no cuantificables como la inmediación , el diálogo o la observación directa.
Si bien es muy difícil medir la autonomía de los educandos su capacidad de comprensión, su capacidad argumentativa, su participación, su solidaridad, pues percibimos si la tienen o no en mayor o menor medida, pero es muy dificultoso asignarles una numeración, puede aproximarse a la objetividad, si se realiza un registro diario de tales conductas, como para que sirvan de “prueba” de que las calificaciones no fueron arbitrarias.
Incluso los exámenes que cuantifican lo aprendido pueden estar preparados no para medir cantidad, sino calidad. Los exámenes no son ni buenos ni malos en general, coo técnica, sino particularmente. Cuando en un examen se le pida al alumno trabajo de elaboración personal, resolución de situaciones problemáticas, cuadros comparativos etcétera, se estará evaluando cuantitativamente la calidad de su aprendizaje.