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La evaluación institucional

Publicado por Hilda Fingermann

Evaluar la institución escolar es valorarla en su conjunto, apreciando su calidad, mediante acciones reflexivas y críticas, en vistas a realizar cambios, tomando las decisiones pertinentes, para mejorarla, intentando alcanzar los objetivos propuestos, a partir del diagnóstico aportado por la evaluación. La evaluación institucional no debe tener el fin de castigar sino de cambiar para crecer.

Se trata de un proceso ético y planificado, integrado por una sucesión de acciones vinculadas, que debe hacerse en forma permanente y comprendiendo a todos sus actores (alumnos, docentes, administrativos, directores) así como a la institución en sí misma en cuanto a su infraestructura, ideario y proyectos.

La visión que debe aportar la evaluación es global, ya que podría darse el caso que alumnos y maestros estuvieran desmotivados, pero la causa podría ser que las aulas fueran oscuras, demasiado grandes o muy pequeñas o que hubiera mucho ruido. También podría ocurrir que se debiera al mal clima de trabajo generado desde la dirección de la escuela, o que las estrategias de enseñanza del docente no sean las adecuadas a ese grupo. En estos, una vez realizado el diagnóstico a través del instrumento de evaluación, se deberá ver la posibilidad de reestructurar las condiciones edilicias en el primer caso, o dialogar con los directivos para lograr un acercamiento que genere mayor confianza y menos presión en educandos y educadores, sin que esto signifique dejar de ejercer la función de contralor, o por último conversar y asesorar a los docentes sobre posibles herramientas didácticas que los podrían ayudar a que las clases resulten más atractivas para todos.

La evaluación de la institución puede ser interna (desde adentro de la propia institución) la que debe hacerse en forma colaborativa y democrática; o externa, por parte de agentes que no pertenecen a la propia institución. La primera tiene la desventaja de ser más subjetiva pero también la que más está en condiciones de conocer sus necesidades y su funcionamiento. Ambas miradas son importantes si se lo hace con responsabilidad, compromiso y criterio. Realizar primero una evaluación interna es altamente favorable pues en ella podrá apoyarse la evaluación externa posterior.