Evaluación y aprendizaje
La evaluación es actualmente una parte dentro del proceso de enseñanza aprendizaje que no se limita a una función sancionadora, de acreditación y puntuación solamente, sino que se produce una retroalimentación un feedback, que permite que la evaluación vaya monitoreando el proceso desde sus inicios, en el desenvolvimiento y al final, a través de las evaluaciones diagnóstica, formativa y sumativa, para comprobar los conocimientos previos de los alumnos (evaluación diagnóstica) para anclar en ellos los nuevos; observar si los objetivos del aprendizaje se están logrando, a través de la evaluación formativa, volviendo atrás, reencausando y reorientando el proceso en caso contrario; para llegar recién a la acreditación con la evaluación sumativa, que también aporta mucho sobre la dirección del proceso y su rumbo, correcto o incorrecto.
Ya no es evaluado solo el alumno, sino la institución en general, sus integrantes, incluso el docente y el currículum, pues si los alumnos en su mayoría no aprendieron, pueden las exigencias ser muy elevadas para ese grupo, faltar más acompañamiento docente, mayor motivación o un cambio de estrategias.
La evaluación, sobre todo la escrita, tradicionalmente fue vista como castigo. Era común, y aún hoy suele verse que docentes enojados por el comportamiento inadecuado de sus alumnos, exclaman enojados “¡saquen una hoja!” imponiendo como sanción que escriban sobre un tema cuya preparación se sabe deficiente pues no ha sido un examen programado. Esto debe ser desterrado de nuestras prácticas, para los problemas de conducta existen otras sanciones, de tipo disciplinario y aún podemos ponerles nota en cuanto a los contenidos actitudinales, pero no hacerles sacar una hoja para escribir lo que ya se sabe que no saben, pues esa no es la finalidad de la evaluación.
Incluso los exámenes escritos tradicionales, que son considerados muchas veces como sinónimo de evaluación, deben ser usados muy esporádicamente, prefiriéndose prácticas de evaluación continua, basadas en un registro diario que contemple la participación en clase, el interés, la motivación, y todos los contenidos, no solo los conceptuales, sino los procedimentales y actitudinales. Es en ese registro diario donde podremos anotar el comportamiento de los alumnos, y no someterlos a un examen que debe ser visto como una oportunidad para aprender, y no como castigo.
Se debe mostrar a los alumnos que la situación de evaluación es algo constante en nuestras vidas, para que lo vean como algo natural. Se nos evalúa como hijos, como amigos, como ciudadanos en forma constante e imperceptiblemente. Así debe ser la evaluación escolar, un conjunto de instrumentos que juzguen la marcha del proceso, con un fin positivo, para lograr el éxito esperado.