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La televisión educativa

Publicado por Hilda Fingermann

La televisión se ha incorporado a nuestra vida cotidiana y ya es parte de ella, queramos o no, desde que entró en Argentina en 1951. Muy pocos hogares han resistido a contar con este aparato que nos brinda información, entretenimiento y cultura en general, aunque sus mensajes sean banales y frívolos.

Los adultos, y sobre todo los niños, que disponen de más tiempo libre son los que pasan más horas frente al aparato, con los grandes riesgos que esto ocasiona, como sedentarismo, actitud pasiva frente a las imágenes y sonidos que se perciben, desmotivación para imaginar y crear, etcétera.

Sin embargo, es un recurso que por su alcance y aceptación, puede usarse para la formación integral de los niños y adolescentes, si se la utiliza con fines educativos, y así fueron sumándose experiencias en ese sentido desde su mismo origen.

En el año 1994, el investigador de la Universidad de Sevilla, Julio Cabero Almenara distinguió entre los programas educativos, aquellos de contenido informativo, que divulga a través de noticias, reportajes o informes especiales. Son los denominados canales culturales, que no pierden su rol comercial, y cuyo fin es informar y entretener; otros son directamente educativos, pero no forman parte de la educación formal, mientras también los hay, que intentan reemplazar la educación escolar, tomando los temas del currículum y adaptándose a los distintos niveles de enseñanza.

Se dice que estos programas no tienen rating, y que por lo tanto deben ser promovidos desde el Estado, pues los canales privados trabajarían a pérdida. Sin embargo series como “Algo habrán hecho” de la mano de Mario Pergolini y Felipe Pigna, que contaron amenamente varios tramos de la Historia Argentina, parecen desmentir esta afirmación.

En los colegios los chicos hablaban del tema, y por fin la Historia cobraba para ellos un sentido, sin resultarles aburrida. La habían “vivenciado” como espectadores. Además se cuenta con el canal “Encuentro” perteneciente al Ministerio de Educación que emite sus programas desde marzo de 2007 sin fines comerciales, por lo cual no tiene propagandas, y su fin expreso es educar.

De todos modos, los docentes pueden usar la televisión en toda su programación para enseñar valores, utilizando el espíritu crítico. Analizar programas televisivos es de fundamental importancia, para que el alumno aprenda a argumentar exponiendo las razones por las que le gusta un determinado programa de televisión, o por qué rechaza otro; pueden generarse debates sobre los valores que se muestran en la pantalla, sobre las actitudes violentas, sobre los modelos de personas o familias, etcétera, e incluso sobre las propagandas, para ayudar al alumno a discernir entre lo que sirve y lo que no.

La ley de Educación en Argentina del año 2006 que lleva el número 26.206, en su artículo 51, responsabiliza al Ministerio de Educación de asegurar la calidad de las escuelas rurales, y entre otras cosas, de que llegue a ellos la televisión educativa.

Por el artículo 102 se encomienda al Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología que encargue esta actividad de difusión cultural a Educ.ar Sociedad del Estado, a través de la serial educativa «Encuentro» u otras que pudieran surgir en el futuro, para mejorar la calidad educativa, capacitando a los docentes, a jóvenes y adultos no insertos en la escolaridad formal y para los alumnos del sistema educativo, complementando el trabajo áulico, y a la población en general.

El artículo 103 ordena la creación dentro del Ministerio de Educación de un Consejo Consultivo, conformado por quienes representen a los medios masivos de comunicación, anunciantes publicitarios y del consejo Federal de Educación, con el objetivo de lograr más compromiso y responsabilidad de estos medios con la educación de los niños y jóvenes.