Diferencias entre disgrafía y disortografía
Tanto la disgrafía como la disortografía son problemas que se presentan al escribir, pero son diferentes aunque pueden combinarse en una misma persona. El que tiene disgrafía no puede comunicarse por escrito o sus producciones resultan desprolijas, pues no saben dibujar las letras de modo que sean legibles; escriben fuera del renglón y no respetan márgenes; mientras los que padecen de disortografía, tengan o no disgrafía, desconocen las reglas ortográficas, habiendo grados en cuanto a su gravedad en ambos casos.
Si bien comparten muchas causales como por ejemplo que ambos problemas pueden obedecer a un problema de maduración o estimulación o en la percepción temporo-espacial o desinterés, la disortografía puede también responder a problemas auditivos (escribe lo que escucha, y oye mal) o a que hable de modo incorrecto, por ejemplo, escribe “güeya” en lugar de huella, o “haiga” (y más frecuentemente “aiga”) cuando debiera decir haya, pues cree que se dice de esa manera. La disortografía cuando aparece de manera autónoma a la disgrafía, no revela problemas grafomotores (que son propios de la disgrafía) y está bastante vinculada a la dislexia, o sea, a los trastornos para leer. En la disortografía se ponen acentos donde no van o se omiten, se invierten letras, se omiten o se añaden.
Ambos problemas, deberían detectarse lo más tempranamente posible, cuando el niño comienza a leer y escribir, alrededor de los 7 años, ya que cuánto más tarde se intente solucionar la dificultad, será mucho más difícil. Las niñas tienen mayores potencialidades en el campo lingüístico y es por ello más frecuente encontrar disgrafías en los varones. Los problemas de ortografía pueden afectar a ambos sexos, y les dificultará el obtener buenas calificaciones especialmente en su Lengua nacional y en el aprendizaje de una segunda lengua, además de bajar el nivel de cualquier escrito que presenten.