Lenguaje académico

Se entiende por lenguaje académico a aquel empleado en centros culturales como escuelas o universidades, donde debe usarse las palabras con corrección, evitando el uso vulgar. Así por ejemplo cuando un alumno usa algunas palabras soeces o impropias en clase, suele decírsele que esa terminología no corresponde ser empleada en un ámbito académico.

En general uno invita a los educandos que expresen con sus propias palabras lo que el autor plasmó en un texto, o lo que el alumno entendió como resultado de su investigación, eso significa que utilice palabras del lenguaje cotidiano, pero evitando las que se utilizan entre pares, que tienen un uso demasiado familiar, o hasta a veces grosero, burlón o despectivo, por ejemplo, en Argentina “chabón”, “coso” etcétera, que en otros países pueden tener otros significados.

Si por ejemplo el alumno se refiere a un prócer y nos dice que “el Chabón” realizó ciertas hazañas, hay que explicar al alumno que si bien entendemos lo que nos quiere decir (hombre), no es el ámbito adecuado para usar ese tipo de expresiones lingüísticas, pues una de las funciones de la escuela es enseñar a hablar con propiedad.

Sin embargo, más específicamente suele emplearse la expresión lenguaje académico, para referirse al que es propio de alguna especialidad científica. Es el también denominado lenguaje técnico, que el alumno también deberá incorporar paulatinamente a su vocabulario, sabiendo a qué ciencia corresponde, pues no son los mismos los términos técnicos los que usa un médico, un químico o un abogado.

La finalidad es que el alumno se enriquezca y hable con mayor precisión, pues justamente a eso tiende el lenguaje propio de cada disciplina, a crear certeza y evitar confusiones que otras palabras puedan crear, por su vaguedad o ambigüedad. Cuando ya se esté cursando en la Universidad, ese lenguaje académico o técnico específico, de a poco comenzará a hacérsele familiar, pues su uso será constante.