La Escuela Activa
Complementaremos lo expresado al describir la Escuela Nueva, que es también un modo de nombrar este modo de encarar el proceso de enseñanza-aprendizaje de modo no tradicional, ni pasivo ni autoritario, sino libre, en movimiento y con una búsqueda constante de saber por parte del alumno, para lograr un aprendizaje motivador y duradero.
Cada niño, tiene sus propias inquietudes y su particular tipo de inteligencia, que esta pedagogía trata de potenciar al máximo, estimulando la curiosidad del educando, y la búsqueda de respuestas por sí mismo.
Esto no es novedoso, ya que filósofos tan antiguos como Sócrates, ya lo afirmaron, cuando decían que el conocimiento está dentro de cada uno, y el docente no debe dárselo sino ayudar a que salga a la luz.
Sin embargo, la enseñanza tradicional, que primó entre los siglos XVII y fines del siglo XIX, puso el énfasis en el docente, y dejó al alumno en el papel de receptor pasivo, ya que su ignorancia solo podía ser derrotada mediante los saberes que el maestro le transmitía, y sobre los cuáles él no podía realizar cuestionamientos, ya que se imponían de modo dogmático.
La escuela se denomina activa pues el niño es el creador, el que puede intentar construir una nueva realidad a partir de su visión del mundo particular y exclusiva. El educando explora, investiga, analiza, critica, saca conclusiones y propone continuidades y cambios, en un mundo cada vez más complejo y cambiante, donde el sentido común es sujeto a reflexión y a procesos de mutación.
Un autor que no mencionamos al hablar de la Escuela Nueva y que tuvo enorme influencia en su surgimiento, fue el pedagogo francés, Celestin Freinet (1896-1966) quien propuso entre otras innovaciones el texto libre, con dibujos que surjan del ingenio de los escolares, y la revista, todo creado por los propios niños, en reemplazo del tradicional manual escolar; el planteo de las problemáticas del grupo escolar en asambleas de clase; la comunicación entre distintas instituciones educativas, los talleres y huertos escolares, etcétera. Para el resto de autores, recomendamos leer el artículo sobre la Escuela Nueva.
La Escuela Activa no es silenciosa, sino alegre y ruidosa, aunque siempre dentro de los límites que impone la necesidad de concentración en el trabajo creativo.
La escuela aparece no solo como lugar de encuentro para adquirir información, sino para desarrollar destrezas (intelectuales, físicas, artísticas, literarias) habilidades y valores, tales como la autoconfianza, la cooperación, la solidaridad, la responsabilidad y el respeto. No significa esto que la enseñanza tradicional no forme en valores, sino que la diferencia es que, en este último caso, se imponen, sin posibilidad de discusión, y en la escuela activa, los valores se internalizan porque se los estima como positivos, por elección libre y voluntaria, por lo cual, serán más estables en la conformación de la personalidad. La disciplina en la Escuela Activa está reglada por normas consensuadas en consejos de convivencia donde intervienen alumnos y docentes, mientras en la escuela tradicional es impuesta unilateralmente por el personal directivo y docente.