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La crisis de la escuela

Publicado por Hilda Fingermann

La crisis de la escuelaSe escucha mucho decir que la escuela o el sistema escolar se encuentra en crisis, entendiendo por crisis una situación cambiante e inestable, que crea una sensación de desconfianza o inseguridad.

La importancia de la escuela como transmisora de contenidos, valores y como agente socializador es indiscutible, pero es una escuela que no se ha ido adaptando a las necesidades de las generaciones nuevas, lo que no significa que deba aceptar irreflexivamente las mutaciones que los jóvenes exigen para adaptarla a sus pretensiones facilistas. Sí debe tomar en cuenta que nuestros niños y jóvenes atraviesan una realidad distinta a la de la generación de sus maestros, sobre todo a la de los más antiguos, y por ende, las estrategias deben cambiar, para que no haya una realidad en la escuela y otra fuera de ella que los invada y les muestre que lo que se les enseña ya no es aplicable. Muchos docentes se resisten a aceptar el uso de las nuevas tecnologías argumentando que si los alumnos usan la calculadora para hacer cuentas o sacan la información de Internet se volverán tecnológicamente dependientes. Lo que deben reconocer es que ya lo son, y la escuela puede apoyar ese uso para que sea responsable, racional, sistemático, y no solo receptivo y mecánico.

El fin de la escuela es que el individuo en desarrollo pueda ir adaptándose a las normas y exigencias que la sociedad le exigirá de adulto; por ende debemos enseñarles habilidades, competencias, contenidos de cultura general, formarlos en la responsabilidad, motivarlos a ser críticos con argumentos, reflexivos, solidarios y cooperativos.

Creemos que desdibujando los límites en materia de conducta nos estamos adaptando al nuevo orden y ahí está el error. Los dejamos expresarse a su antojo aunque con sus dichos falten el respeto, eliminamos toda clase de sanciones aún en casos de faltas de conductas graves y reiteradas, ya sometidas a la reflexión; creyendo que con eso somos modernos; y sin embargo, cuando de la escuela salgan a la vida, se enfrentarán a otra realidad. Nuestra función es adaptarnos a los cambios positivos y corregir los negativos. Vivimos en una sociedad más libre, menos solemne y rigurosa, abierta al mundo, desbordada de imágenes y sonidos que nos impactan, estamos invadidos de realidades virtuales, y eso es lo que la escuela debe tomar para seguir vigente, pero sin olvidar que somos formadores de ciudadanos, y al igual que los padres debemos darles libertad pero con responsabilidad; derechos pero con obligaciones; respetarlos y exigirles respeto, escucharlos y que nos escuchen. Sólo así la escuela saldrá de la crisis (lógica por todos los cambios en valores, creencias y tecnología) en forma triunfal, formando hombres y mujeres libres, pero respetuosos de las normas, de las instituciones, de sus semejantes y de la naturaleza en su conjunto.