La educación en tiempos de crisis
Educar es un proceso socializador y formativo del ser humano, en conocimientos y valores, dirigido a lograr su plenitud; mientras que crisis alude a un quiebre o a una ruptura, a una grave situación de pérdida, que origina un cambio.
La educación siempre soporta y soportará crisis, y no solo económicas. Entre otras, la adolescencia es un período de crisis, que la escuela debe acompañar y ayudar a superar, para que el alumno encuentre su identidad y su camino.
Las crisis también involucran valores, cambios de paradigmas, que muchas veces son positivos. Cuando alentamos desde las escuelas el espíritu crítico, estamos estimulando a poner en crisis los modelos con los que convivimos. En la actualidad estamos viendo la crisis del sistema patriarcal, que parecía hasta no demasiado tiempo, incuestionable.
Pero cuando pensamos en crisis, lo hacemos, en general, pensando en las económicas, tanto individuales como colectivas. Estas últimas afectan al conjunto social y llevan a la recesión, con lo cual arrastran también a la crisis, a las economías familiares. Hay muchos factores que llevan a las crisis, que se consideran cíclicas, y, por lo tanto, los Estados las sufren periódicamente, especialmente, los subdesarrollados.
Obviamente, la educación, tanto la informal que se brinda en los hogares, clubes, iglesias, etcétera; como la formal, que se imparte en las escuelas y otros institutos concebidos para tal fin, se resienten. Hay menos presupuesto por parte del gobierno, los niños manifiestan sus carencias (alimenticias, de vestuario, de útiles escolares, de posibilidades de traslado, etcétera) y esto trae aparejado preocupación, angustia y desazón. Sin embargo, la escuela en épocas de crisis económica, tiene que hacer una apuesta doble, y reinventarse. Justamente es el momento oportuno para que se manifieste esa capacidad singular y propia del ser humano, que es la creatividad; la búsqueda de respuestas más allá de lo material, para crear condiciones dignas para el desarrollo y resurgimiento del bienestar económico. Si nos quedamos con que no se puede enseñar porque no hay inversión en educación, nunca saldremos de la crisis.
Las crisis económicas, conllevan sin lugar a dudas a crisis morales, de escepticismo, de desilusión y de bronca. Pero toda crisis tiene un lado bueno, que es la ocasión para despertar el espíritu solidario y cooperativo, el ingenio y el trabajo en equipo, para compartir lo poco que se tiene, y especialmente para reconsiderar poner en crisis la cultura materialista que nos domina. Si no tenemos tecnología suficiente, se comparte la que hay, se vuelve a leer libros, se hacen campañas solidarias para ayudar a quienes no pueden comprar sus materiales de estudio o no tienen dinero para ropa o viáticos. Se organizan, por ejemplo, festivales para recaudar fondos, que, además son momentos hermosos para disfrutar todos juntos; se elaboran comidas para vender, se hacen rifas, etcétera.
Por supuesto, no intentamos hacer aquí una apología de la crisis, pero es una realidad con la que nos toca vivir cada tanto, y, a veces por demasiado tiempo; entonces el aconsejable, desafiarla para superarla, para que nos gane la batalla, sino para que sea un despegue hacia mejores condiciones de vida.