Metacognición y aprendizaje
La palabra metacognición se integra por “meta” término de origen griego que puede traducirse como “referido a” o “acerca de” y cognición, procede del latín “cognitionis” que alude al conocimiento. El término fue acuñado en el año 1979, por el psicólogo cognitivista estadounidense, John Hurley Flavell, y se considera sinónimo de “teoría de la mente”.
La metacognición, es una importante habilidad que permite auto conocernos y conocer cómo piensan otros, lo que resulta fundamental para el control y regulación del proceso de enseñanza-aprendizaje, para emplear las estrategias adecuadas, a efectos de obtener los mayores rendimientos; si bien puede emplearse en múltiples órdenes de la vida.
Todos los humanos tenemos esta capacidad, de reflexionar sobre nuestros propios pensamientos y conocimientos; pero si logra educarse, puede resultar muy eficaz, ya que, desarrollada intuitivamente, puede estar contaminada por prejuicios.
Conocernos, para saber cómo aprendemos, cuáles son nuestras fortalezas y cuáles nuestras debilidades, lo que tenemos que cambiar, reforzar o mejorar, nos permite aprender cada día más y mejor.
La conocida frase socrática “Solo sé que nada sé” implica saber que siempre podemos aprender algo más, o rectificar nuestros conocimientos erróneos, abriéndonos a nuevos saberes y fuentes de información. El aprendizaje requiere humildad, ya que si creemos que no podemos equivocarnos o nos aferramos a ciertas herramientas de aprendizaje o modos de adquirir conocimientos, sin apreciar sus ventajas, inconvenientes, o si son adecuados a nuestra personalidad y tipo de inteligencia, nos privaremos de aprender de modo más consciente y racional, para poder lograr, “aprender a aprender”.
Reflexionar acerca de si estamos comprendiendo lo que leemos, si somos capaces de trasladarlo a situaciones nuevas, si nos es posible dar ejemplos y explicar lo que estudiamos con palabras distintas al texto, y más habituales para nosotros; darnos cuenta de si aprendemos más por escuchar, viendo o haciendo; si somos capaces de generarnos preguntas y tener una opinión crítica sobre el tema, si podemos reflexionar sobre si somos más eficaces en el trabajo individual o grupal, de los problemas que tenemos para adaptarnos al grupo, si somos claros en nuestra redacción y en nuestra oralidad, si somos impulsivos o nos tomamos tiempo para reflexionar, reconocer para qué asignaturas somos más habilidosos y cuáles nos resultan más difíciles; son todas herramientas que ofrece la metacognición, para conocernos mejor, y con ello mejorar nuestro aprendizaje.
El docente que conoce el modo de aprender de sus alumnos, también podrá a través de la metacognición, darles clases más personalizadas, ya que no todos aprenden del mismo modo, ni a los mismos ritmos.