Autorregulación del aprendizaje
El proceso de enseñanza-aprendizaje es un camino que recorre el alumno en forma activa, bajo la atenta supervisión del maestro, para incorporar en su estructura cognitiva nuevos conocimientos de modo significativo. La finalidad es que el alumno aprenda a pensar, y que pueda él mismo en el futuro, ser el director de sus aprendizajes, liberándose paulatinamente de la guía docente, que aunque imprescindible en la etapa de escolarización, y a la que puede recurrir luego para aclarar o consultar, ya no debe verse como incorporado al proceso, sino subordinado al mismo, siendo el propio alumno el que sepa qué, cómo y cuándo se debe aprender, estando automotivado.
Sin embargo, para que esto ocurra, el docente previamente debe alentar al alumno al razonamiento lógico; a reconocer problemas; enseñarle de sus errores, no con reproches sino como estrategia, para advertir por qué se equivocó, y cómo debería haber pensado para obtener la solución eficaz; ayudarlo a identificar qué métodos de estudio le resultan más positivos de acuerdo a sus características personales; mostrarle diferentes técnicas de estudio para poder optar entre ellas, y poder transferir lo que aprendió a otros contextos.
Es fundamental desarrollar en el alumno la metacognición: un buen alumno no es aquel que jamás se equivoca, sino el que se da cuenta del error y trabaja en su corrección; un mal alumno persiste en el error pues es incapaz de admitirlo, ya que no repiensa la situación para mejorarla.
Preguntas que debe hacerse quien autorregula su aprendizaje: ¿Cómo logré aprender? ¿Aprendí realmente? ¿Sería capaz de resolver otra situación parecida con lo que aprendí? ¿Sería capaz de comparar lo aprendido con otros conocimientos? ¿Qué me quedó por saber? ¿Aproveché mi tiempo? ¿Qué errores cometí? ¿Qué utilidad me brinda lo aprendido?