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Docente democrático

Publicado por Hilda Fingermann

Si bien la democracia es un concepto político que alude al gobierno del pueblo, donde se respetan los derechos de los ciudadanos, los gobernantes son elegidos por el pueblo y se decide por mayoría, al ser la democracia también un estilo de vida, podemos traspolarlo al plano educativo, con algunas salvedades: Los alumnos no pueden elegir qué profesor quieren tener, los contenidos deben ajustarse a la currícula, aunque ésta permite cierta flexibilidad, y las decisiones en última instancia corresponden al profesor, pues los alumnos aún no son adultos que puedan decidir plenamente sobre sus actos.

La democracia en la escuela significa que el maestro fundamente la finalidad de lo que enseña, de cómo lo enseña y también de cómo lo evalúa. Muchos maestros creen que no tienen que rendir cuentas a alumnos o a padres sobre su labor docente, y esto es lo que no es democrático. Si el maestro sabe por qué toma ciertas decisiones no tendrá ningún problema en explicarlas, y en escuchar consejos sobre la implementación de otras estrategias didácticas, que decidirá aplicar o no (por ejemplo los chicos pueden proponer “miremos una película sobre este tema” o “hagamos una lámina” y seguramente estas tareas por ellos sugeridas los motivarán).

Otra característica de un docente democrático es que sabe escuchar y comprender. Los educandos son personas que pueden pasar por momentos difíciles y esto puede tener incidencia en sus estudios. Un maestro democrático es el que le da nuevas oportunidades cuando cree que las razones que el alumno expone lo justifican. Lo que debe quedar en claro es que la democracia también implica poner límites, y sancionar en caso de necesidad. Toda democracia, ya sea política, familiar, educativa, etcétera, se basa en normas claras, tanto para quienes mandan como para quienes deben obedecer.

La democracia en el aula significa que las reglas se conversen y se establezcan por consenso, pero una vez aceptadas, deben ser cumplidas.

El docente democrático estimula la participación activa y el espíritu crítico, no se burla de las opiniones ajenas, modera los debates para evitar agresiones, exige fundar las razones que se vierten, y es guía, consejero, líder, sin descuidar que se respete su autoridad, y protegiendo los derechos de todos.