Educando al soberano
Educar al soberano es una frase que le pertenece al educador y político argentino, Domingo Faustino Sarmiento, quien dedicó buena parte de su vida a la tarea de enseñar, entendiendo que la educación es fundamental para el desarrollo de los pueblos y formador de ciudadanía, en una sociedad democrática, donde el pueblo tiene la responsabilidad de elegir a sus gobernantes, y por lo tanto, deben hacerlo con conocimiento, responsabilidad y privilegiando valores fundamentales.
Sarmiento consideraba que se debía enseñar imitando la cultura europea, que era fuente de su admiración. Gran defensor de la inmigración en nuestro país, luchó contra la ignorancia, aunque no consideraba educables ni a los gauchos ni a los aborígenes.
En este sentido, Sarmiento fue un visionario, pues entendió que la educación es la base de una sociedad justa y equitativa. Su visión de una educación laica, gratuita y obligatoria, aunque controvertida en su tiempo, ha demostrado ser fundamental para el desarrollo de las naciones. La educación no solo proporciona conocimientos, sino que también forma a los ciudadanos, les enseña a pensar críticamente, a cuestionar, a ser responsables y a contribuir al bienestar de su comunidad.
Sin embargo, las primeras maestras que arribaron al país traídas bajo la presidencia de Sarmiento, para sembrar los primeros establecimientos públicos laicos, a fines del siglo XIX, eran estadounidenses, educación que también admiraba. Sarmiento quería una educación popular, sin distinción de sexos, y libre de influencia religiosa. Tuvo una gran influencia de Rousseau. Sin embargo la ley 1420 que impuso la educación gratuita, laica y obligatoria se logró sancionar durante el mandato presidencial de Julio A. Roca, en 1884, con la férrea oposición del catolicismo que logró reimponer la educación religiosa entre 1943 y 1946, año este último en que el presidente Perón logró retirarla.
Es importante destacar que, a pesar de las dificultades y los obstáculos, Sarmiento nunca dejó de luchar por sus ideales. Su legado sigue vivo en la educación argentina y en la de muchos otros países. Su visión de una educación inclusiva, que no discrimina por género, raza o religión, es un modelo a seguir.
Actualmente la frase “educar al soberano” mantiene toda su vigencia. La escuela debe ser formadora ante todo de valores, individuales y sociales, para crear ciudadanos que sepan participar activamente y con espíritu crítico y solidario en pos del desarrollo, sin descuidar la equidad. En el mundo actual, donde la información está al alcance de todos, es fundamental que la educación enseñe a discernir, a analizar y a tomar decisiones informadas. La educación es, en definitiva, la herramienta más poderosa para cambiar el mundo.