La enseñanza interactiva
Cada uno de los integrantes del aula es un ser humano distinto, único y racional; por lo tanto posee ideas, sentimientos, valores, aptitudes y conocimientos que le son propios. También es un ser social, que se realiza llegando a su plenitud junto a otros, a los que debe respetar y valorar, y exigir que también a él se lo tome en cuenta.
En la enseñanza tradicional, donde el docente al frente de la clase exponía sus “inmensos” saberes, a los que, ignorantes y ávidos de absorber tanta sapiencia, los educandos permanecían en un rol pasivo y recepticio, la interacción docente-alumno y alumno-alumno, era mínima. Tal vez se basara en alguna pregunta que el maestro les hacía y los obligaba a responder; o en alguna tarea que un niño debía pedir a otro por tenerla incompleta o haber faltado a clase.
Actualmente, el sujeto de aprendizaje exige protagonismo, siendo él en interacción con su medio el que descubra y experimente sobre lo que debe conocer. Así es bueno que el niño interactúe en Ciencias Naturales con la propia naturaleza, haciendo estudios de campo; con el maestro formulándole preguntas que le preocupan o dando sus opiniones o exponiendo sus conocimientos previos; con la información que busque en libros o en Internet, la que debe procesar, verificar, criticar y comprender; con los compañeros haciendo trabajos grupales cooperativos, donde el aporte de cada uno sea vital para el desarrollo y conclusión del proyecto.
Como docentes no debemos olvidar que cada niño es una persona, y como tal, necesita ser tenido en cuenta, cumplir un rol activo e importante, para realizar un aprendizaje motivador. Cada uno tiene mucho para aportar, y desde esta interacción respetuosa y colaborativa, es como aprenderá muchos conceptos, pero fundamentalmente actitudes y valores, imprescindibles para una vida social exitosa.