Motivación extrínseca
La motivación extrínseca en educación es aquella que anima al estudiante a aprender, a hacer sus tareas en tiempo y forma, a comportarse como es debido, mediante un sistema de premios y castigos, lo que es típico del conductismo. Se trata de lograr el objetivo del proceso enseñanza-aprendizaje por temor al castigo o para conseguir fines ajenos al aprendizaje mismo. El alumno no estudia para saber, sino para aprobar, o para no repetir el curso, o para que no lo reten sus padres o maestros.
Seguramente el fin se conseguirá, y no está mal que se sume una motivación extrínseca, al proceso de enseñanza aprendizaje. Los seres humanos necesitamos siempre un aliciente de este tipo. Por ejemplo, un adulto puede ir a trabajar porque le gusta, porque se siente realizado desempeñando su tarea (motivación intrínseca) pero seguramente se sentirá aún más motivado si recibe algún reconocimiento de sus superiores 8motivación extrínseca); o alguien no tan comprometido con su labor necesitará saber que si llega tarde o no la cumple, podrá recibir una sanción.
No decimos por lo tanto que haya que anularse el sistema de premios y castigos en educación, ya que esto se intentó en la materia “Construcción de la Ciudadanía” donde se trabajaba por proyectos, a instancias de las inquietudes de los educandos, para que solo la motivación intrínseca moviera el aprendizaje, y no se calificaba, y resultó un completo fracaso.
La sugerencia es tratar de que se entienda que se debe estudiar para saber, para crecer como persona, para encarar con una buena base los estudios superiores, para manejarse en la vida con mayores armas, y que los premios o castigos no deben ser el “leiv motiv” de sus estudios, sino una consecuencia de haber estudiado por el hecho de sentir y creer que eso es beneficioso en sí mismo.