Hablar en clase
Es una práctica prohibida dentro del aula, salvo que sea para aportar alguna idea, responder alguna pregunta del docente, exponer dudas, conversar con los compañeros sobre un trabajo grupal, en definitiva no se puede hablar en clase salvo sobre el tema que se está tratando u algún otro, pero con autorización del docente.
Esta restricción al derecho personal de expresarse es lógica, pues si todos hablaran entre todos, sería imposible tratar los temas curriculares, lo que no significa que no se busquen espacios para que los alumnos puedan conversar entre ellos “un ratito”, por ejemplo mientras hacen un trabajo grupal. Ese ratito es tan importante como el trabajo mismo, pues estimula la socialización. Para ello es conveniente calcular que les alcance el tiempo para hacer la tarea y les queden unos 10 minutos para conversar de un tema libre. Es también un modo de que aprendan a manejar el tiempo. Así la actividad tendrá la importancia de aunar esfuerzos en la tarea común y de lograr afianzar el compañerismo.
Con respecto a hablar para preguntar dudas o aportar algún conocimiento a la clase, se observa que hay alumnos que lo hacen muy naturalmente, mientras que otros sienten una gran timidez y en algunos casos, temor. Para estos últimos casos, se debe hacer sentir confianza al niño o adolescente. Jamás desestimar una pregunta por más que su respuesta nos parezca demasiado obvia, ni menos aún decir por ejemplo “¿Cómo no entiendes, si es muy fácil? Esto conseguirá que la autoestima disminuya aún más, y el educando se retrotraiga.
Muchos alumnos, aún en el nivel secundario se niegan a dar lecciones orales o clases para sus compañeros, y esto se debe a la falta de práctica, al miedo a la burla de sus pares, si se equivocan o se olvidan. Todo se corrige con paciencia, empezando por exposiciones simples y cortas, y acrecentando paulatinamente la extensión y la dificultad, a medida que se vayan superando etapas. Todo proceso requiere tiempo, y no es un modo erradicar las exposiciones orales para que los niños estén más cómodos, pues jamás aprenderán. Se les debe explicar que no es antojadizo y que deben superar ciertos miedos, que todos tienen, incluso el docente. Cuando lo logren, la satisfacción compensará con creces el esfuerzo realizado.