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Interacción alumno-profesor

Publicado por Hilda Fingermann

La figura del profesor al frente del aula, en una tarima, exponiendo su sapiencia, y los alumnos escuchando pasivamente, tratando de incorporar esos conocimientos lo más fielmente posible es sus memorias, ha quedado atrás.

Actualmente el profesor promueve que el alumno aprenda, pero es el propio alumno el que construye su conocimiento, guiado y orientado por el profesor, que no es un compañero más, sino un director del aprendizaje que lo conduce por el camino correcto, que indica materiales, que muestra estrategias, que aclara dudas, que escucha cuestionamientos, y que de ser necesario, pone límites.

El proceso educativo debe fundarse en la interacción, en el diálogo, en la discusión crítica si se pretenda que el alumno se desarrolle como persona única, con valoraciones propias que irá formando a través de lo que observe, viva y sienta. Es en vano que inculquemos valores positivos si el alumno no los percibe en su experiencia cotidiana. Si le decimos que debe respetar a los demás pero él se siente denigrado, u observa esta situación en otra persona y que no se hace nada para modificar la situación, lo verá como una utopía.

Además, la interacción alumno-profesor debe ser un proceso bidireccional, donde ambas partes aprenden y crecen. El profesor puede aprender mucho de sus alumnos, de sus experiencias, de sus perspectivas y de sus ideas. Esta interacción también puede ayudar al profesor a adaptar su enseñanza a las necesidades y estilos de aprendizaje de sus alumnos, lo que puede resultar en un aprendizaje más efectivo.

Si estimulamos la colaboración, el hablar por turnos, atender a los horarios preestablecidos; si les permitimos expresarse sin miedos, si no los juzgamos, no hará falta que les hagamos un listado de valores para repetir, ellos se grabarán en sus corazones.

El profesor debe estar presente en el aula sin invadir; sus intervenciones deben ser oportunas y necesarias, los alumnos también tienen muchas cosas para decir y deben ser escuchados. Sus intereses pueden ser un gran disparador para tener en cuenta al desarrollar la clase. Me ocurrió que enseñando “Política” una alumna me manifestó que no le interesaba, entonces le pregunté que cosas le importaban, y me contesto “ir a bailar”. Eso fue un gran elemento que utilicé para demostrarle que la Política está presente en todos los momentos de nuestra vida social, y que un cambio de política con respecto a los horarios de los locales bailables, sobre la admisión, sobre la venta de bebidas alcohólicas en dichos lugares, podría afectarle también a ella.

La tecnología también ha jugado un papel importante en la interacción alumno-profesor. Las plataformas de aprendizaje en línea, las aplicaciones educativas y las redes sociales han permitido una comunicación más fluida y constante entre profesores y alumnos. Estas herramientas también han permitido a los profesores proporcionar retroalimentación en tiempo real y personalizada a sus alumnos, lo que puede mejorar su aprendizaje y motivación.

Tampoco dudemos en decir “no sé” si un alumno nos consulta por un tema que no sepamos. El maestro no es un sabelotodo, es una muy buena oportunidad para interactuar y juntos buscar la respuesta. Este acto de humildad no solo demuestra respeto hacia el alumno, sino que también modela una actitud de aprendizaje constante y curiosidad intelectual.