La escuela y las nuevas alfabetizaciones
El lenguaje digital y audiovisual nos invade, se mete en nuestras vidas de la mano de la revolución tecnológica que ya es una realidad entre nosotros; desconocerlo es una actitud de ignorancia e indiferencia que muchos docentes y el sistema escolar en su conjunto realizan asiduamente.
No se trata de borrar la lectoescritura de textos impresos, por el contrario, cabe desarrollar y profundizar la lectura desde un libro que resulta mucho más cómoda que la que se hace desde un ordenador; y los signos que colocamos en el papel son un buen ejercicio de práctica del lenguaje, de motricidad fina, de expresión estética y de modo comunicacional que no puede ni deben evitarse. Sin embargo, restar valor a los nuevos medios de comunicación y de información no contribuye en nada al desarrollo de un ciudadano pleno, que nació en esta época dominada por imágenes, sonidos, Internet, chat, foros, juegos electrónicos y redes sociales. Aprovechar a fondo estas posibilidades como fuente de saber, es también tarea de la escuela, que muchas veces se resiste, porque los propios docentes pertenecemos en su gran mayoría a una generación anterior, que aún no domina este nuevo lenguaje, y por lo tanto es muy difícil enseñar a quienes están más alfabetizados que nosotros.
Muchos docentes les dicen a los alumnos que no traigan información de Internet, en lugar de abrirles la posibilidad de investigar, de cotejar, de criticar, de aprender a diferenciar la información que sirve de la que tiene contenido erróneo. Crear una página del aula, una revista digital, un foro, son buenas maneras de que los alumnos se sientan más contenidos en una escuela adecuada a su tiempo.
Reconocer este límite de nuestras propias posibilidades de uso de las nuevas alfabetizaciones es muy buen modo de empezar a cambiar, a alfabetizarnos digitalmente, a no menospreciar las nuevas oportunidades educativas sino permitirnos incorporarlas paulatinamente para hablar en un idioma parecido al de los chicos, en sentido informático. Enseñar a interpretar los mensajes que reciben desde las imágenes para que las comprendan, evalúen y critiquen, y abrirlos al mundo desde la enseñanza de idiomas, es un desafío de la nueva escuela que la realidad impone. Desde el Estado deben realizarse capacitaciones obligatorias y gratuitas para que los docentes puedan usar la tecnología en el aula. De nada vale regalarles computadoras y dotar a la escuela de ellas, si el guía del aula, el maestro, se resiste o no lo capacitan para aprender las nuevas posibilidades que le ofrecen las nuevas alfabetizaciones. Un maestro debe estar abierto al cambio, a aprender cada día, a asumir sus debilidades y a luchar por ser cada día mejor.