Educación
Inicio General La sociedad desescolarizada

La sociedad desescolarizada

Publicado por Hilda Fingermann

El pensador austriaco Iván illich (1926-2002) desarrolló este pensamiento enrolado en sus ideas anti-industriales y cercanas al anarquismo. Entre otras instituciones, que están orientadas al consumismo, la escuela fue objeto de sus críticas; lo que expuso en su obra “La sociedad desescolarizada” publicada en 1971.

En esta obra refiere que sus dudas sobre la necesidad de una escolarización universal y obligatoria le surgieron en 1958 al dialogar y debatir con Everett Reimer, pues comprendió que la escuela fomenta una educación basada en la construcción e imposición de saberes para nada espontáneos, sino forzados, que tiene en cuenta una producción de saber en masa, según necesidades que las sociedades presupone que hay que cubrir, para satisfacer los requerimientos del medio; que impiden que se vivencie cada momento de la experiencia cotidiana como una oportunidad para aprender. Por lo tanto, su propuesta se basa en el auto-aprendizaje a través de encuentros informales, en relaciones sociales que se retroalimenten, mediante el acercamiento entre personas con intereses similares, para lo que pueden ayudar mucho las herramientas tecnológicas, generando redes educativas.

La escuela legitima las jerarquías y las desigualdades según este autor, a través no de lo que expresa, sino de su currículum oculto.

Para él no se trata de mejorar la educación cambiando planes de estudio ni estrategias metodológicas, ni en que los docentes se involucren más, ni en incorporar nuevas herramientas; sino en quitar el valor que ha tenido hasta el momento la educación escolar como tal, que aleja al ser humano de su propia esencia, pues se va gestando mediante la escolarización un individuo que se abstrae de su realidad, reaccionando al conocimiento que le dieron ya elaborado y que no contribuyó a gestar. La escuela confunde “enseñanza con saber” cree que se ha educado si el alumno pasa de curso y que adquirió las competencias necesarias si obtiene un diploma que así lo acredita.

La escuela, además, no contribuye a mejorar la situación de los alumnos pobres, pues lo que el Estado invierte en la institución escolar no va directo a esos niños. De todos modos, concluye que en las escuelas, por más ayuda que reciban lo niños pobres estarán siempre en desventaja con respecto a los ricos, y la escuela perpetua esa realidad.