La escuela en el capitalismo
La importancia de la escuela es innegable como factor de complemento a la educación familiar, como agente socializador y de transmisión de valores culturales. La escuela forma a los futuros ciudadanos de un Estado tratando de hacerlos libres en sus decisiones pero dentro de un marco que les señala lo que se considera como bueno, intentando que rechacen por consenso lo que les presentan como malo o indeseable para su propio bien o el del conjunto social.
En las sociedades liberales y capitalistas, la escuela es un medio que permite el ascenso social, aunque se reconoce que es mucho más difícil para los pobres acceder a una educación de calidad, por la poca inversión del estado en el ámbito educación.
Además, en el contexto actual de la economía globalizada, la escuela tiene un papel fundamental en la formación de individuos capaces de competir en un mercado laboral cada vez más exigente y cambiante. La escuela debe preparar a los estudiantes para enfrentar los retos que plantea la sociedad del conocimiento, donde la información y la innovación son factores clave para el desarrollo económico y social.
En este sentido, la escuela debe fomentar el pensamiento crítico y la creatividad, habilidades esenciales para la adaptación a un mundo en constante cambio. Debe promover la curiosidad y el amor por el aprendizaje, para que los estudiantes sean capaces de seguir aprendiendo a lo largo de toda su vida, en un proceso de formación continua.
Cada vez es más difícil aprehender los conocimientos que día a día crecen con los avances científicos y tecnológicos, por lo cual la función de la escuela es más la de capacitarlos para aprender en forma autónoma a lo largo de toda su vida, que dotarlos de los conocimientos que hoy existen que pueden adquirirse no solo en los libros sino en la gran biblioteca virtual que hoy acerca Internet.
En síntesis la escuela debe orientar, educando en valores positivos, ayudar a discernir lo moralmente conveniente con espíritu crítico, educar para no ser rehenes de la sociedad de consumo, preparar para la convivencia y participación democrática, para la vida libre pero responsable, enseñar a aprender a aprender, a ser y a hacer, formar a los niños en su cuerpo, en su espíritu y en su cerebro, para que sean sanos, útiles y felices.
Además, la escuela debe ser un espacio de inclusión y respeto a la diversidad, donde todos los estudiantes, independientemente de su origen socioeconómico, género, raza o religión, tengan las mismas oportunidades de aprender y desarrollarse plenamente. Para ello, es necesario que la escuela cuente con los recursos necesarios y que los docentes estén debidamente formados y motivados para llevar a cabo esta importante tarea.