Sartre y la educación
Jean-Paul Sartre (1905-1980) fue un filósofo existencialista ateo francés que en “El existencialismo es un humanismo” expresó que son las elecciones y acciones humanas las que determinan su esencia. La naturaleza humana es inexistente. La existencia es anterior a la esencia. El hombre se crea a sí mismo a través de sus acciones y a su vez ellas reflejan la concepción de ese sujeto de cómo el hombre debe ser. El hombre resulta ser libre y responsable ante sí mismo y los demás, de la vida que lleva por elección.
“El hombre se encuentra condenado a ser libre” es una frase muy célebre de Sartre, la que puede ejemplificarse según el propio autor lo hizo, del siguiente modo: El protagonista es un soldado cuyo hermano murió durante la Segunda Guerra Mundial por obra de los alemanes, pero su padre colaboraba con los asesinos de su hermano. La elección que se le planteaba a este soldado era alistarse en las fuerzas francesas, abandonar a su madre que había quedado sola y vengar a su hermano o quedarse junto a su progenitora. La decisión solo era del soldado, pues él debía elegir libremente y hacerse responsable de su propia vida, sin que exista ninguna señal que lo oriente en la elección. Para Sartre no hay valores a priori, sino que los construye cada sujeto con libertad, pues al negar la existencia de Dios no hay tampoco un plan creador.
Existir es una casualidad para Sartre, y en este punto el papel de la educación es dejar fluir al educando. Sartre ejerció la docencia en un establecimiento estatal y propugnaba una educación libre, con un maestro que no aconsejara sino que escuchara y observara el despliegue natural del accionar de cada niño que iría construyendo su propio camino vital y sus propias normas. El maestro, dentro de una currícula donde primen las humanidades, debe invitar a cada niño a conocerse, a cuestionar, a elegir y a responsabilizarse por sus decisiones, creando cada uno su propio proyecto personal.
Él mismo tenía sus propias reglas como la aceptación de la poligamia y la existencia de matrimonios por contrato a plazo. Denunció a la escuela burguesa como formadora de clases sociales en consonancia con su ideología comunista. La enseñanza que él observa en las escuelas y critica es la impuesta por la ideología dominante, por lo que dista de ser libre.
Además, Sartre consideraba que la educación debía ser un proceso de autodescubrimiento y autodefinición. En su visión, los estudiantes no debían ser meros receptores de conocimiento, sino participantes activos en la construcción de su propia comprensión del mundo. Esto implicaba un enfoque pedagógico que fomentara la creatividad, la crítica y la reflexión personal. Sartre veía la educación como una herramienta para liberar al individuo de las cadenas de la conformidad social y permitirle alcanzar su auténtica libertad.
En este sentido, la educación sartreana se oponía a cualquier forma de adoctrinamiento. Sartre argumentaba que la verdadera educación debía desafiar las normas establecidas y cuestionar las estructuras de poder. Esto se reflejaba en su crítica a las instituciones educativas tradicionales, que a menudo perpetuaban las desigualdades sociales y limitaban la libertad individual. Para Sartre, una educación auténtica debía empoderar a los estudiantes para que se convirtieran en agentes de cambio en sus propias vidas y en la sociedad en general.
La influencia de Sartre en la educación también se puede ver en su énfasis en la responsabilidad personal. Según Sartre, cada individuo es responsable de sus propias acciones y decisiones, y esta responsabilidad se extiende al ámbito educativo. Los estudiantes deben ser conscientes de las implicaciones de sus elecciones y asumir la responsabilidad de su propio aprendizaje. Este enfoque fomenta una actitud de autonomía y autoeficacia, que es fundamental para el desarrollo personal y profesional.
En la práctica, esto significaba que los educadores debían crear un entorno de aprendizaje que promoviera la libertad y la responsabilidad. Los maestros debían actuar como facilitadores, proporcionando a los estudiantes las herramientas y el apoyo necesarios para explorar sus intereses y desarrollar sus habilidades. Esto requería un enfoque flexible y adaptativo, que reconociera las necesidades y potencialidades únicas de cada estudiante.
En resumen, la visión de Sartre sobre la educación es profundamente humanista y liberadora. Al poner el énfasis en la libertad, la responsabilidad y la autodefinición, Sartre ofrece una perspectiva educativa que busca empoderar a los individuos y fomentar una sociedad más justa y equitativa.