Educación para la paz
Educar para la paz, no implica renunciar a los conflictos, ni evitar las diferencias, ni los cuestionamientos, sino resolver todo tipo de desavenencias por medio del diálogo y la comprensión; con empatía, y escuchando las razones de los demás.
Paz es armonía, colaboración, solidaridad, “lucha” como acción incansable pero sin violencia, desde el reclamo verbal y legítimo por el logro de la justicia social, y respeto por la diversidad sin discriminaciones; es uno de los más importantes valores sobre los que se debe trabajar en la familia, en las instituciones escolares y desde la sociedad en su conjunto, con la colaboración muy importante de los medios de comunicación que penetran en los hogares casi todo el tiempo, y que en general difunden mensajes contradictorios, y muchas veces con apología de la agresión.
La paz puede lograrse en una sociedad con orden impuesto por el miedo, desde gobiernos represivos, pero es una paz solo aparente, ya que se basa en la sumisión, y la represión de las ideas; la paz real y duradera es la que se consigue en democracia aceptando el desafío de la discusión, pero evitando canales violentos para resolver las diferencias.
Educar para la paz no es forjar ciudadanos pasivos que eviten la confrontación, sino que sostengan sus opiniones sin agresiones, y defiendan sus derechos humanos y los de sus semejantes desde el conocimiento de ellos, y de los medios legales para hacerlos efectivos.
Esto solo se consigue en una escuela dispuesta a escuchar, que de respuestas a las inquietudes y a los cuestionamientos, que no prohíba por prohibir, que respete a los educandos, y que los obligue respetuosamente a respetar.