Docente orientador
En la moderna concepción del proceso pedagógico, el docente ya no es el centro del mismo, sino el alumno individualmente considerado y como miembro del grupo al que se halla incorporado.
La función del docente ha dejado de ser vista como la de aquel que dueño del saber debe transmitirlo a quienes no lo poseen, para pasar a ser en su nuevo rol, quien orienta a los educandos a descubrir los temas planteados en la currícula y lo que ya conocen sobre el tema, despertando interés (motivando) mostrando herramientas metodológicas, fuentes de conocimiento, explicando cuando las respuestas halladas a los interrogantes no resultan claras, ordenando ideas, estimulando la participación, y evaluando progresos durante todo el proceso de búsqueda cognoscitiva, y finalmente los resultados.
No significa que la nueva función del maestro sea menos importante, sino por el contrario, se convierte en un guía necesario, y con rol activo que comparte con sus discípulos, buscando juntos el mejor modo, de alcanzar el conocimiento del objeto de estudio. Debe procurar conocer las necesidades y potencialidades del grupo en su conjunto y de cada uno de los individuos que lo componen, a efectos de mejorar las debilidades y explotar las fortalezas, buscando que el conjunto avance sin dejar a nadie en el camino (o por lo menos los que quieran hacerlo). En el caso de que haya niños con mayores necesidades, habrá que hacer un seguimiento más personalizado (al no tener el maestro que explicar a la clase en general, podrá disponer algunos minutos por clase para ayudar a esos niños que aún no han alcanzado el nivel del general de la clase, tratando de que crean en sus posibilidades de aprendizaje). Es también conveniente que el trabajo en grupo combine a alumnos más y menos avanzados, no para que los primeros le hagan la tarea a los segundos (esto también debe ser controlado) sino para que se sientan más seguros y contenidos.