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Alumnos distraídos

Publicado por Hilda Fingermann

Es frecuente observar en las clases a niños y jóvenes con buena conducta, que no molestan, ni conversando, ni riendo, ni habiendo bromas, pero que están en su mundo, aunque a veces simulan estar escuchando, pero, cuando se les pregunta de qué se está hablando no saben responder. Otros, son distraídos, porque son muy inquietos y les cuesta estar sentados, callados y atentos, y son los que se consideran de “mala conducta”. Un factor muy importante de distracción es el uso de dispositivos electrónicos, que se emplean en el aula, con o sin permiso del docente, lo que se resuelve con control sobre su uso.

Hablaremos del alumno que está distraído siempre, en cualquier materia y docente, pues eventualmente, cualquiera de nosotros, podemos estar absortos en nuestros pensamientos y alejados de una charla o explicación si tenemos en ese momento un problema grave o lo que se está hablando no es nada interesante, o las estrategias de enseñanza son inadecuadas; ya que, puede suceder que no uno, sino varios educandos estén distraídos si la clase es demasiado difícil para su nivel de conocimiento o poco motivadora.

Los alumnos distraídos son los que tienen problemas para fijar su atención y concentrarse en lo que está hablando el maestro o profesor, aunque la clase sea atractiva. La capacidad de atención se va generando de forma paulatina. Recién en la adolescencia, el niño puede ser capaz de atender la clase por una hora, y no todos poseen la misma maduración.

Algunos pueden padecer TDAH, un déficit de atención acompañado de hiperactividad, y esos niños, requerirán una atención especial; pero los que solo son distraídos, pueden serlo porque tienen un problema que no quieren o pueden contar, porque tienen mucha imaginación, porque no se han alimentado lo suficiente o han consumido muchas golosinas, duermen menos horas de las necesarias, etcétera.

El distraído no lo hace adrede, simplemente no se da cuenta de que su mente se está alejando de ese lugar, y por eso, regañarlo no es un buen método para logar que atienda, sino probar otras estrategias, como sentarlo cerca del docente, hablarle, hacerle participar en la clase, preguntarle por sus intereses y animarlo a aportar desde ellos; por ejemplo, si le gusta dibujar, lo que hacen muchos niños mientras el maestro explica, pedirle que ilustre el contenido que se está impartiendo en ese momento, para motivarlo y hacerlo concentrar en el tema.