Clases de alumnos
Las clases en las escuelas se ofrecen para alumnos que si bien son iguales en su dignidad y derechos, presentan cada uno una singularidad, y por lo tanto habrá tantas clases de alumnos como personas integran el aula en calidad de educandos.
Encontraremos alumnos con gran disposición para aprender, cargados de motivación intrínseca y allí nuestra tarea resultará fácil y placentera, aunque debemos también considerar que es una oportunidad para despertar en ellos el espíritu colaborativo, que no significa que deban “pasarle” las tareas ya hechas a sus compañeros, sino que podrán explicarles lo que no entiendan o simplificarles la explicación, que muchas veces es mejor entendida entre pares, donde existe mayor confianza y vocabulario en común.
En otros, las motivaciones los inclinan hacia terrenos no intelectuales, lo que habrá que descubrir para usarlos como disparadores del aprendizaje que les queramos transmitir.
Cada alumno pertenece a una familia diferente, con ideologías, valores, y un contexto socioeconómico que los condiciona y hay que tener en cuenta. No es lo mismo enseñar a un alumno que no tiene preocupaciones graves de tipo familiar o económico que a alguno que tiene un familiar enfermo o asistió a clases con hambre.
Hay alumnos que tratan de llamar la atención a cualquier costo. Si se trata de alumnos de accionar positivo, tratarán de hacerlo interviniendo en la clase con aportes productivos, pero si se trata de alumnos que quieren lograr acaparar la atención con poco esfuerzo, se dedicarán a molestar, interrumpiendo el desarrollo normal de la clase, y en ese caso se transforman en un problema. Conviene ignorarlos, si los desórdenes que provocan no son demasiado importantes, pues de lo contrario, lograrán su propósito y seguirán insistiendo con su táctica ya que les da el resultado esperado, y nuestros retos actuarán no para calmarlos, sino como reforzador.
Hay algunos sumamente tímidos que pueden ser objeto de burlas por parte de los demás, y con ellos habrá que trabajar mucho, para reforzarles la autoestima, pues en esta etapa de la vida pueden crearse complejos que los acompañarán siempre.