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Escuelas de estimulación temprana

Publicado por Hilda Fingermann

Un niño nace con un determinado potencial que se desarrollará plenamente si encuentra el medio adecuado para hacerlo, así como las plantas florecerán más grandes y bellas si el ambiente se lo permite.

Estimular en forma temprana significa que a través de actividades lúdicas, sistemáticamente estructuradas y progresivamente dispuestas, de acuerdo a la edad del niño y científicamente comprobadas, y de modo no exigente, un niño menor de seis años (y aún desde el vientre materno) pueda, aprovechando la plasticidad que posee su cerebro en esta etapa, expresarse con plenitud para exteriorizar y fortalecer sus capacidades innatas, cognitivas, psíquicas y físicas, por influencia del medio social, que le ofrece los estímulos adecuados. Sin embargo hay que tener en cuenta disminuir la ansiedad de los padres, ya que un exceso de estimulación es tan mala como la falta de ella.

La estimulación tratará de aportarle al niño experiencias con el mundo que lo rodea, conectarse a través del lenguaje que irá escuchando de los adultos y que luego imitará, y de los gestos, establecer relaciones y diferenciaciones entre los objetos, moverse en el mundo y adquirir seguridad en el manejo del cuerpo, coordinando movimientos, bailando, dibujando, pintando, cortando y pegando.

La estimulación temprana puede hacerse en el hogar, pero en este caso lo que faltará será el contacto con otros niños y con adultos fuera del núcleo familiar, lo que le dificultará el desarrollo de las habilidades sociales. En todo caso tampoco conviene dejar toda la responsabilidad en el establecimiento educativo, sino complementarla.

Con respecto a la elección del lugar, debe tratarse de una institución reconocida con maestros preparados y que cuenten con los recursos necesarios y atención casi personalizada para cada niño, pues pensemos que cuando son muy pequeños no saben pedir lo que desean o necesitan, tienen muchos requerimientos, y cuando recién empiezan a jugar aún no saben compartir.

Es muy necesario para el niño el tiempo que pasa con sus padres, tíos, abuelos, hermanos y primos, y no deben desaprovecharse las oportunidades para hablarle, cantarle, contarle cuentos, mostrarle objetos, aportarle elementos de acuerdo a la edad para que pueda valerse de ellos para expresarse (instrumentos musicales, libros para colorear, jugar con pelotas, hacer dibujos, etcétera) dejándolo moverse libremente pero preparando el hogar para que esté libre de accidentes.

No debemos entender que queremos lograr niños superdotados, sino capaces de adaptarse a los cambios, de resolver problemas, de estar conforme con su propio cuerpo, que entrenen sus habilidades mentales y artísticas, todo ello tendiendo a estar mejor preparados para enfrentarse a la vida.

Si bien la estimulación temprana está destinada a todo tipo de niños, aquellos con necesidades especiales, la requieren más urgentemente, como por ejemplo niños con síndrome de Down, con trastornos de lenguaje, con parálisis cerebral, etcétera, que con intervenciones correctas y oportunas pueden mejorar muchísimo su adaptación social, su cognición, su capacidad física, y en definitiva sus posibilidades de insertarse útilmente en la sociedad.