Educación

Herbert Blumer

Publicado por Hilda Fingermann

Herbert Blumer, representante del interaccionismo simbólico, fue un muy importante sociólogo estadounidense que vivió entre los años 1900 y 1987. Perteneció a la Escuela de Chicago y recibió una enorme influencia de su maestro, George Herbert Mead. A su vez, su pensamiento iluminó el modelo educativo vigente en Singapur.

Su interaccionismo simbólico consiste en considerar que el significado que les otorguen las personas a los objetos y a otros seres humanos, que forman parte de su vida, depende de la interacción social, sobre todo a través de la comunicación consciente: Esto determina su conducta, ya que las personas realizan entre sí interacciones simbólicas, que se establecen y se van modificando, y así van construyendo significados, que hace que compartamos ideas, sentimientos, información, etcétera, en constante construcción social.

Llevando las ideas del Blumer al ámbito pedagógico, fue crítico del conductismo, y su importancia radica en el papel fundamental que le asigna a la experiencia, como modo de hacerse preguntas y problematizarlas.

A diferencia de Mead, Blumer cree que el individuo no recibe pasivamente la influencia social, sino que se interrelaciona con ella, para crear su propia conducta, a través de un diálogo interno. También con los demás realiza acciones conjuntas, moldeado, pero no determinado por las estructuras sociales y sus símbolos. El ser humano es libre, aunque tenga influencia social, y en esas elecciones puede errar, y por ello, es necesaria la interacción dual, por la cual ambos actores se ven como sujetos y no como objetos, y en esa “transacción” e interacción crecen juntos, pues cada uno se da indicaciones teniendo en cuenta al otro, para interpretarlo y juzgarlo. Esa interacción dual y cara a cara, se hace fundamentalmente en los establecimientos de enseñanza.

En esta interacción un sujeto capta lo que el otro expresa, a través del lenguaje que la escuela enseña, desde su propia subjetividad. La escuela contribuye a “construir al otro”. Es por ello que dentro del aula pueden surgir micro culturas donde docente y alumnos negocian contenidos, formas de aprendizaje y evaluación, etcétera. Los significados se irán construyendo en conjunto, en la interacción.

La escuela, además, debe ayudar a descubrir y construir el mundo empírico, al que debe acercarse sin esquemas, considerando que quien investiga tiene ideas preconcebidas que debe poner a prueba.