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Niños hiperactivos en la escuela

Publicado por Hilda Fingermann

Alrededor de tres o cuatro de cada cien niños son hiperactivos. Padecen de Trastorno por déficit de atención (TDA) o conocido también por sus siglas en inglés (ADHD) lo que supone un verdadero problema para el niño, para los otros niños, para sus padres, maestros, y todos aquellos con los que el afectado debe compartir su vida.

No es fácil el diagnóstico de un niño con hiperactividad, y suele ser confundido con otros problemas, tanto por padres y docentes como por los propios profesionales médicos, por lo cual conviene estar muy bien asesorado antes de aceptar un diagnóstico y emprender el tratamiento (varias interconsultas suelen ser necesarias).

Decimos que es complicado rotular a un chico como hiperactivo pues no todos lo son. Hay niños simplemente traviesos o que están atravesando un problema personal o familiar transitorio que ocasiona esas conductas que muchas veces son “para llamar la atención” y que luego de desaparecida la causa o cuando el niño madura desaparecen, por sí solas, o con alguna ayuda psicológica.

El caso aquí tratado es el de aquellos niños que además de inquietos, no escuchan a los demás, alzan la voz sin motivo, no respetan a nadie, no fijan su atención, se aburren de todo, no se adaptan a compartir actividades con otros niños, y hasta a veces, suelen mostrar agresión no solo verbal sino física.

Cuando el maestro detecte este tipo de educandos, debe convocar a los padres para transmitirles lo que observa, omitiendo hacer un diagnóstico (que no sabe hacer). Se trata de conversar si coincide la conducta en el establecimiento con el comportamiento en el hogar o en reuniones socales, y planificar los pasos a seguir (visitar al pediatra, que seguramente derivará el caso a un psiquiatra y a un psicólogo) para tratar de apreciar si es posible el origen de la hiperactividad, que no es el mismo en todos los casos. Hay algunas situaciones que requieren tratamiento con fármacos, combinados con la terapia psicológica, pero esta decisión de medicar, es solo atribución de los médicos.

Mientras se llega a un diagnóstico médico, el alumno deberá ser tratado con paciencia, lo que no significa que se le permita hacer lo que quiera. Debe dársele pautas claras sobre lo que espera de él, preferir que concurra a algún curso donde haya menos alumnos, y evitar los factores de distracción. Asignarle tareas más cortas, y estimular sus pequeños logros, pues son niños con muy baja autoestima. Si existen agresiones hacia otros, separarlos en esos momentos del curso, y llevarlos acompañados de algún integrante del equipo escolar a hacer sus tareas en algún lugar más tranquilo, por ejemplo la Biblioteca, hasta que pueda ser posible la integración, sin hacer que estos alejamientos transitorios se muestren demasiado ante el resto de la clase.

No olvidemos que no actúa así porque quiere, él también sufre, pero esto no significa que le perdonemos todo, pues para su propio bien deberá aprender a respetar las normas si deseamos que se integre eficazmente a la sociedad.