Educación personalizada

Educar en forma personalizada significa considerar al alumno además de cómo miembro de un grupo, como persona diferenciada con capacidades, motivaciones e ideas únicas, que puede contribuir al mejoramiento del grupo y beneficiarse con la influencia de los demás. Implica reconocer dentro de la gama de las inteligencias múltiples, cual es la que predomina en cada educando para fortalecerlas y también para ayudarlo a desarrollar aquellas que más le cuesta alcanzar en plenitud.

A todos los alumnos les gusta que sus maestros los conozcan, empezando por su nombre, y luego que destaquen sus aptitudes para brindarles confianza, seguridad y deseos de superación.

Cada alumno debe ser alentado a participar en forma creativa y responsable dentro del grupo de pares, siendo solidario con lo que pueda dar, y estando abierto a recibir la ayuda de los demás.

Debe alentarse el debate sobre temas opinables, pues allí aflorarán las diferencias individuales, se fortalecerá la escucha activa y la apertura mental, para evaluar críticamente la postura de los demás y también la propia.

Tratar de ajustar las tareas al ritmo de cada uno, sin quitar con ello la responsabilidad de cumplir las tareas en tiempo y forma (el docente debe reconocer cuando el niño se atrasó voluntariamente de cuando no pudo terminarlo por alguna dificultad ajena a su propia decisión).

Debe escucharse cuando el alumno plantea un problema personal, ya que esto puede incidir de modo muy notorio en su aprendizaje, y ayudarlo a buscar alternativas de solución. Escuchar a los padres también servirá para conocer mejor a cada alumno.

La evaluación también debe ser propia de cada uno, partiendo del diagnóstico inicial, para observar en cuánto se superó.

Los nuevos modelos de educación centrados en el estudiante favorecen la educación personalizada, que es más fácil de poder implementar en grupos de alumnos reducido. La educación tradicional presentaba modelos únicos de aprendizaje para todos.