La docencia como profesión
Elegir la profesión docente en nuestros días es una tarea que se hace desde la razón y desde el corazón. Debemos sentirnos profundamente conectados con el universo de aquellos que desean aprender, sean niños, jóvenes o adultos; tener paciencia, capacidad de diálogo, de dar, de escuchar; estar preparados para aprender cada día un poco más para lo que deberemos estar siempre informados de lo que sucede en nuestro país y en el mundo; avanzar en los conocimientos generales personales; y no aspirar grandes oportunidades económicas, pues si bien se puede vivir de la docencia, no seremos ricos (materialmente) por el desempeño de esta actividad.
Cabe preguntarse, en cuanto al estatus social, si el docente es un profesional de la educación o si ejerce una actividad u oficio docente.
La función docente fue considerada durante mucho tiempo (y aún hoy por algunos) como semi profesional, entendiéndose como profesional aquel que desempeña su acción como especialista en un determinados campo del saber, con un título que los habilita para su ejercicio, y son socialmente reconocidos como tales.
Los docentes, empleados del sistema educativo burocrático, que no somos autónomos en nuestro desempeño, ocupados los cargos en su mayoría por mujeres, y por ser menor en el caso de las maestras de grado y algunas instituciones que habilitan para la enseñanza secundaria, el período de aprendizaje para acceder al cargo; no se consideraban profesionales para muchos estudiosos de tema, como ocurre con el sociólogo Amitai Etzioni, que considera a los maestros, dedicados a la enseñanza elemental de niños como una semi profesión.
El sociólogo Francés Pierre Burdieu diferencia a quienes se dedican a enseñar de acuerdo al nivel en que lo hacen según sea primario, secundario o universitario.
En la actualidad se trata cada vez más de lograr la profesionalidad docente, elevando el número de años de la carrera y la exigencia, para que el maestro de cualquier nivel que sea, tenga un reconocimiento social que ha ido perdiendo con el tiempo. Por supuesto, no solo se debe a la baja exigencia de algunos centros de estudio que habilitan para el desempeño profesional, sino a un cambio general en los valores sociales, donde el respeto se ha ido perdiendo en todos los ámbitos.