La ética y la docencia
Es fundamental que en el docente se privilegien los valores éticos, pues debe educar con el ejemplo, y los alumnos no aprenderán de sus dichos sino de sus acciones.
Toda profesión debe regirse por un código de ética, que a veces está escrito y otras, sobreentendido, pero en la función docente que es formadora de futuras generaciones la ética cobra especial relevancia, y si advertimos actitudes reñidas con la ética en las actitudes o las enseñanzas, debemos, como padres, acercarnos al establecimiento escolar y pedir explicaciones; y en caso de no ser escuchados, recurrir a los directivos y, en su caso, al resto de los superiores jerárquicos.
El maestro es un ser humano, y como tal, hay buenos y malos; pero no se puede permitir que quien no tenga incorporada la ética en su conducta individual y social, esté al frente de un curso, destinado a la formación integral de nuestros niños.
Pueden considerarse conductas poco éticas: insultar o maltratar a los niños, denigrarlos, aplicarles castigos innecesarios, predicar ideas reñidas con la moral o la ley, ausentarse de la clase sin motivo, presentarse desalineado, no escuchar los reclamos de los niños, discriminarlos, no respetar las diferencias personales, etcétera.
No debemos temer en presentarnos al establecimiento a hablar con el maestro, pues los padres pueden tener conocimientos tergiversados sobre las actitudes del docente, ya que no están presentes en la clase, y los dichos de los niños pueden ser erróneos, o cambiar ciertas circunstancias para evitar retos familiares o quitarse culpas. Sin embargo, siempre debe escucharse a los niños y dialogar con los docentes y directivos a fin de aclarar los hechos que motivaron la queja del niño (“la maestra me insultó” “me trató de tonto”, “me comparó con otro niño” etcétera).
Si solo se trató de un error el niño, se habrá sentido escuchado y el maestro con derecho a rectificarse o argumentar su actitud; si el hecho resulta comprobado, y hay persistencia en la conducta; se debe preservar ante todo la salud física y espiritual del niño, y accionar reglamentariamente contra el docente.