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Por qué no me gusta estudiar

Publicado por Hilda Fingermann

Si ésta es tu pregunta, la respuesta la encontrarás en un trabajo de introspección que tú mismo debes realizar, analizando varios hechos y circunstancias. Estudiar es un hábito que se adquiere en forma paulatina, por ello en los primeros años de la escolarización se dan pocas tareas aumentándolas gradualmente. Si siempre las hiciste a desgano, lo más probable es que continúes haciéndolo del mismo modo, y tal vez esa apatía surja, de que siempre lo viste como una obligación, que lo es, pero jamás divisaste el aspecto placentero que posee.

Cuando intervienes en una conversación, o alguien, incluso tu maestra, hace una pregunta y tú conoces la respuesta… ¿No sientes el placer de saber? ¿No aumenta ello tu autoestima? A todos nos gusta sentirnos útiles, conocedores, y no marginados de la cultura en la que estamos inmersos, pero pocos comprenden que para acrecentar nuestro bagaje cultural es necesario leer, informarse, investigar, y para ello necesitamos adquirir comprensión lectora y otras estrategias de aprendizaje, que la escuela nos ayuda a incorporar, y que solos nos sería más dificultoso.

La mayoría estudia para que los padres estén contentos, para que los docentes no los reten, para pasar de curso, y pocos lo disfrutan, cuando debería ser algo gratificante ya que nos completa como personas.

Una de las causas que hace que el estudio no agrade es que la escuela somete a pruebas, para comprobar lo que se ha aprendido, que son vistas no como una etapa más del aprendizaje, sino como un obstáculo o una condena. El miedo al fracaso, aleja del fin educativo que es la formación integral del educando, que debe ver a los estudios como una oportunidad, un derecho, un medio para tener una vida más plena, iluminada por la razón, y no ensombrecida por la ignorancia.

Se debe hacer entender al alumno que no importa si alguna vez no se aprueba, eso es tan solo una instancia que nos muestra que aún falta reforzar un poco más el conocimiento, y que se necesitan esos saberes previos para poder continuar sobre bases sólidas. Se debe estimular el placer por la investigación, por la lectura autónoma, que refuerza en mucho los aprendizajes escolares.

Los maestros y padres deben estimular a los alumnos a ser ordenados, a fijarse horarios de estudio, planificar tareas y fijarse metas, comprendiendo que cada uno tiene sus tiempos, y que a veces, apurarlos, puede representar una presión demasiado grande para algunos, que puede angustiarlos.

Es probable que tengamos mayor afinidad con ciertas materias más que con otras, especialmente por nuestro tipo de inteligencia y nuestros intereses personales, pero debemos comprender que cada asignatura muestra una parte interesante de la realidad, y todas están interconectadas.

La escuela no está para juzgar, para calificar alumnos en buenos y malos; está para fortalecer el gusto por el saber y crecer cognitiva y espiritualmente, que es lo que nos identifica como humanos.

Es por ello que concluimos que si a alguien no le gusta estudiar, pero comprende su necesidad, está a mitad de camino de lograr el éxito. Establecer el fin (aprender determinado contenido) y buscar las estrategias para lograrlo, que se ajusten al estilo de cada estudiante, puede lograrse pidiendo ayuda a padres y docentes, que actuarán como guía hasta que el alumno pueda encontrar su propio camino de éxito. ¡Adelante¡ ¡Se puede! Vale la pena intentarlo.