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¿Sirven los test vocacionales?

Publicado por Hilda Fingermann

La respuesta es SÍ. Son un instrumento valioso dentro del proceso de orientación vocacional, para tomar una difícil y trascendente decisión que sin duda pondrá un sello distintivo a nuestra vida. De acuerdo a la carrera que se elija será el trabajo al que la persona se dedicará el resto de su existencia, si es que no se equivocó y decide cambiar de profesión, y es el título por el que socialmente muchas veces seremos reconocidos.

Dudar al finalizar los estudios secundarios sobre la carrera a seguir, es algo muy común y también positivo, si la duda lleva a la reflexión y a la evaluación sobre el abanico de posibilidades que existen, para no quedarse solamente con las carreras tradicionales, con las que aconsejaron padres, familiares, docentes o amigos o con las que en la actualidad son bien remuneradas.

Sin embargo, que sea útil y valioso no significa ni que el test sea infalible, ni que nos dirá exactamente cuál es nuestra vocación, sino que nos ofrecerá alternativas, dentro de áreas de intereses. Por supuesto, como es un instrumento de medición, requerirá que esté bien construido y que sea interpretado de modo correcto por profesionales con formación y experiencia.

La sinceridad con que se conteste el test, lo que depende mucho de nuestro autoconocimiento, hará al test vocacional más o menos confiable.

El test puede ser un disparador para cuestionarnos nuestras inclinaciones y aptitudes, para continuar buscando en nuestro interior el camino que mejor se adapte a nuestro modo de ser, capacidades y gustos. Tal vez muchas carreras nos resulten interesantes, pero eso no significa que sea la indicada.

Jamás el resultado del test va a decir qué carrera en concreto estudiar, por ejemplo, Derecho, Medicina o Ingeniería, sino que sugerirá campos del saber.

Hay que evaluar además otros factores, como por ejemplo los costos en tiempo, esfuerzo y dinero; la distancia al centro de estudios, la inserción laboral futura, etcétera.

Hay varios tipos de test: El test Kuder, fue desarrollado por el doctor de psicología George Frederick Kuder en la universidad de Ohío en el año 1934, donde estudia las áreas de interés, que divide en diez.

El test de códigos de Holland fue desarrollado en la década de 1970 por el psicólogo John Holland, que trata de hacer coincidir las ocupaciones con la personalidad, la que puede ser realista, artística, investigadora, convencional, emprendedora o social.

El test de Wais, mide capacidades. Fue elaborado por el psicólogo estadounidense, David Wechsler (1896-1981) y mide el coeficiente intelectual.

El test de Rorscharch, inicialmente usado para diagnosticar esquizofrenias, también se usa como test vocacional para determinar la personalidad y con ello, escoger las carreras más acordes con la misma.