Educación domiciliaria

Fue la primera modalidad que se conoció para que los niños aprendieran, pero esto hacía que la inclusión de los habitantes a la educación fuera escasa y para algunos privilegiados; además de que la escuela, cumple una enorme función social, imprescindible para la formación integral del ser humano. En la escuela se aprende a compartir, a resignar libertades en pos de las de los demás, la cooperación, el disenso, etcétera, lo que necesita del contacto directo.

Actualmente se denomina educación domiciliaria a aquella que se realiza en el lugar donde el alumno o alumna se encuentre ya sea en su propio domicilio, el de un familiar o en un centro de salud (en este caso es educación hospitalaria) cuando aquel o aquella no pueda desplazarse al lugar donde se imparte la educación formal (establecimiento educativo) pues no se lo permiten razones de salud.

La intervención del equipo pedagógico domiciliario, puede ser solicitado por los padres o tutores del niño, directamente o a través de las instituciones educativas, acreditando con certificados médicos, o de internación en su caso, que el niño no puede concurrir a la escuela, y el tiempo presumible que necesitará para recuperarse.

En Argentina, está contemplada en la nueva Ley de Educación, vigente desde 2006, en su capítulo XII, artículos 60 y 61, para los niveles de educación obligatorios, que son: inicial, primario y secundario. El plazo es de 30 días, pero puede prolongarse si la situación particular lo requiere.

El fundamento es otorgar igualdad de oportunidades, ya que ante estos casos fortuitos o de fuerza mayor, el niño se vería privado de su derecho a la educación, retrasándose en las actividades escolares en forma involuntaria, debiendo el Estado como garante de los derechos de sus habitantes, impedir que esto ocurra.

Una vez que el educando recupera su salud, podrá continuar con el sistema de educación común no habiendo perdido continuidad en su aprendizaje.