Educación y trabajo
La educación y el trabajo están vinculados de dos maneras. Por un lado la falta de trabajo de los padres ocasiona que muchas veces los hijos deban renunciar a su derecho a la educación por falta de recursos económicos; y por otro lado, pero íntimamente conectado, la falta de educación ocasiona que esos niños, al convertirse en adultos, no puedan ingresar a un mercado laboral cada vez más exigente y competitivo, provocándose un problema que se transmite de generación en generación. La pobreza de los hogares sin empleo o con padres subempleados hace que estos niños se encuentren mal alimentados, sin apoyo en sus casas para educarse, y cuando, en el mejor de los casos, concurren a establecimientos escolares, lo hacen sin materiales de estudio, y sin estímulo familiar.
Aún los que concurren a la escuela también ven disminuidas sus oportunidades, pues
la función de la escuela como formadora para el mundo del trabajo, si bien no la única, no es cumplida adecuadamente por falta de recursos y políticas adecuadas. Las otras funciones de la escuela, formación social, para estudios ulteriores, en valores, como estudiantes autónomos, no son incompatibles con la formación para el mundo del trabajo, sino muy por el contrario todas necesarias y con exigencia de integrarse. La escuela debe formar en competencias desde los primeros años de la vida escolar (lectura comprensiva, operaciones matemáticas básicas, análisis de textos, síntesis, resolución de situaciones problemáticas) para luego en los últimos ofrecer una oferta diferenciada en educación especializada, ya sea, humanística, técnica o científica.
El mundo del trabajo exige ciudadanos responsables, con autonomía, capaces de tomar decisiones, de ejercer liderazgo, de trabajar en grupo colaborativamente, además de los conocimientos especializados del área de que se trate.
En países como Argentina desde fines del siglo XIX, pensadores como Sarmiento veían con claridad que el progreso se identificaba con educación. De esta manera nacieron las escuelas obligatorias, públicas y gratuitas. Las transformaciones científicas y tecnológicas obligaron a la educación a acompañar el desarrollo industrial, desde las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo desde mediados de ese siglo la crisis del Estado benefactor puso en crisis el sistema educativo.
Según una evaluación oficial realizada en Argentina, se confirmó que sólo un tercio de los estudiantes que terminaba sus estudios medios, había adquirido los conocimientos básicos necesarios.
Sin embargo es innegable que este nuevo siglo reclama cada vez más educación si las naciones aspiran a su progreso. Hoy en Argentina la enseñanza secundaria, además de la primaria es obligatoria, lo que se traduce en más chicos en la escuela, pero aún falta la calidad educativa, pues no se trata de contener solamente a niños y adolescentes dentro de las aulas, sino que saquen provecho de ellas, y no concurran solamente para que los padres puedan cobrar un plan social.